Penitenciaria: «una pastoral de salida»

A veces en las limitaciones uno tiene la tremenda suerte de encontrar a Cristo. En una sociedad en la que se ha instaurado una figura de un Dios castigador y arrogante, en las cárceles existen personas que se encuentran con la verdadera fe: la de un Dios que inspira amor y confianza

El delegado diocesano de Pastoral Penitenciaria en Sevilla, Pedro Fernández Alejo, nos recibe en la Parroquia de San Ignacio de Loyola para decirnos primero que “es una alegría inmensa la ratificación que recibimos la Pastoral Penitenciaria en el Año de la Misericordia por parte del Papa Francisco”. Porque para Pedro la verdadera imagen de la Iglesia es aquella que sale a buscar a los demás, como la que da esta pastoral “misionera y evangelizadora” y la cuestión no es qué hacen, sino “desde dónde lo hacemos, que es desde el capellán o voluntario que participa con nosotros”.

No se trata de llevar una doctrina, de transmitir un mensaje, sino de ver las actitudes de la persona, del fundamento que le motiva a realizar este tipo de actividades. La pregunta debe ser “¿qué es lo que le motiva al cristiano para ir a la cárcel?” puntualizaba Pedro, porque para él la persona que se anima a colaborar con ellos debe tener un perfil “puramente vocacional, porque se nota mucho a la hora de ir a los centros y entendemos que esta pastoral es cualificada dentro de la Iglesia por los sujetos a las que va dirigida, que viven unas situaciones muy complicadas de pobreza y abandono”.

La persona que visita estos centros de la mano de la pastoral debe estar cualificado con una experiencia de fe, de amor y esperanza. ¿Por qué? Según Pedro “a las personas que vamos a visitar están en una situación límite” por eso “buscamos personas vocacionales”. No tienes que saber mucho, sino vivir mucho lo que haces, algo que esta pastoral tiene muy claro a la hora de seleccionar los voluntarios, ya que según Pedro “la vocación es ser una buena persona y un buen cristiano”.

En los cursos de formación que imparten a los voluntarios, de 25 jornadas, hay una introducción en la que se habla del tema de la vocación, algo tan importante cuando se visita centros con personas que tienen características importantes. En la entrevista nos dice que les plantea, a parte de la vocación, el tema “de sentirte enviado porque te sientes Iglesia, de ser imitador de Cristo porque te identificas con él, pero hay que lograr que los presos te identifiquen con Cristo porque ahí dentro lo eres con lo que haces”.

El carisma de la Pastoral Penitenciaria es la pedagogía que utilizaba Jesús, en la que él iba a buscar a todo tipo de personas y salía de su zona de confort para ello “¿Dónde estaba el leproso, el ciego o el cojo? Siempre fuera” nos dice Pedro, porque Jesús va hacia ese tipo de personas, por eso nuestra pastoral es una pastoral de salida porque “no nos quedamos dentro de nuestro territorio y parroquia, sino que salimos a las periferias, donde están las cárceles, los asentamientos de pobres e inmigrantes, que son lugares que no son tuyos por lo que iremos hasta donde nos dejen llegar”.

La Pastoral Penitenciaria es la de la misericordia, no solo una pastoral de lo social que va a ofrecer y dar. Ellos le ofrecen su propia pobreza, pero como decía San Pedro “no tenemos ni oro ni plata, pero lo que tenemos te lo ofrecemos”. Esta Pastoral tiene “a Jesucristo, y eso es lo que le ofrecemos a los encarcelados”.

El Papa Francisco no deja de sorprendernos, y en una de sus visitas a una cárcel dijo “y por la fe sabemos que Jesús nos busca, quiere sanar nuestras heridas, curar nuestros pies de las llagas de un andar cargado de soledad, limpiarnos del polvo que se fue impregnando por los caminos que cada uno tuvo que transitar”. Porque Jesús no nos pregunta por dónde anduvimos, no nos interroga qué estuvimos haciendo, no nos juzga y castiga, sino que nos quiere con todas sus fuerzas y nos perdona.