El espíritu hospitalario en Sevilla

Doscientas once. 211 historias de hombres y mujeres que no tienen qué llevarse a la boca y que buscan en la Iglesia una salida. 211 son las comidas diarias que sirve el comedor social san Juan de Acre, gestionado por la Orden de Malta. “Se trata del proyecto más importante que tiene esta orden en Andalucía”, reconoce su delegado en la comunidad autónoma, Gonzalo Rosillo-Daoiz.

El comedor dio su primer servicio el 21 de noviembre de 2011. “Abrimos en plena crisis”, recuerda Rosillo. Desde entonces el perfil de los que se acercan a la calle Mendigorría, número 7 ha cambiado. “Al principio, el 70% de los usuarios eran extranjeros. Ahora se ha invertido”. De hecho, actualmente el 81% son hombres, en su mayoría (59%) españoles, de entre 46 y 65 años (45%). Se trata de personas sin hogar, solas, drogodependientes, inmigrantes sin papeles o que han perdido su estabilidad económica a causa de la crisis.

“Nuestro espíritu es el hospitalario, de atender a quien lo necesita”, por eso no hacen distinción por razones de raza, religión, sexo, ideología o estado personal. “Nuestras puertas están siempre abiertas, sólo les pedimos que sean respetuosos con el otro”.

San Juan de Acre tiene dos peculiaridades respecto a otros comedores sociales de la ciudad: por un lado, sirven cenas a partir de las cinco de la tarde; por otra, no es autoservicio, “sino que gracias a los voluntarios y voluntarias podemos servirles en las mesas personalmente”.

Precisamente gracias al voluntariado es posible esta gran obra de misericordia. Además de cuatro personas contratadas, “contamos con 300 personas, la mayoría mujeres jubiladas o amas de casa, aunque también hay muchos jóvenes. Algunos son nietos de voluntarios que llevan varios años viniendo”, explica Rosillo. Se organizan en grupos de veinte o veinticinco personas, con una jefa de día, encargada de la organización. Cada jefa propone un menú semanal que es estudiado por una comisión que vela que sea equilibrado.

Igualmente el delegado quiere agradecer la implicación y colaboración de aquellas instituciones que financian la obra: la Fundación Hospitalaria Orden de Malta, el Ayuntamiento de Sevilla, entidades bancarias, fundaciones privadas y particulares.

Pero en san Juan de Acre no sólo proporcionan una cena caliente, también cuentan desde marzo con un trabajador social que atiende a los usuarios. “Ahora mismo sólo habla con ellos y diagnostica su estado. En una segunda fase –añade Gonzalo Rosillo-Daoiz- se derivará a estas personas a los organismos competentes con el fin de solucionar y normalizar su situación”.

Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento. Claras obras de misericordia que se palpan en este comedor. Pero también enseñar al que no sabe, dar consejo al que lo necesita, consolar al triste…una experiencia de Dios en primera persona.