Romper cadenas a través de la educación

Empezó como una ludoteca infantil, pero hace un lustro “se dio un vuelco” al proyecto y se hizo más hincapié en la educación en valores y la integración de las familias.

Teresa Lama, coordinadora del proyecto Rayuela, de la Cáritas parroquial de Ntra. Sra. de la Estrella, en Coria del Río, explica en qué consiste este programa que atiende a una media de 25 niños y niñas de entre 4 y 16 años: “Realizamos talleres de apoyo escolar, intentamos educar en valores a través de juegos, organizamos diversas actividades lúdicas, convivencias y excursiones”. Además, se hace un seguimiento especial a algunas familias, orientándolas y ayudándolas en la crianza y educación de sus hijos.

Aunque la sede del proyecto ha ido variando –en un colegio público, en los salones parroquiales…- ahora la Hermandad de la Borriquita de Coria le ha cedido un espacio en la casa-hermandad. Además esta hermandad colabora económicamente con el proyecto. “Gracias a su aportación y la contribución de Cáritas parroquial podemos financiar el proyecto Rayuela”, reconoce Lama. Igualmente, reciben apoyo técnico de Cáritas diocesana, que les orienta y guía en su labor. No en vano, “formamos parte de la comisión de trabajo del Programa de Infancia a nivel provincial”. Por su parte, el párroco, Antonio Santos, “está abierto a lo que nosotros queramos”.

La coordinadora del proyecto destaca el esfuerzo de los voluntarios -12 en total- que, con mayor o menor implicación, hacen posible que las actividades salgan adelante. El programa contó, además, el pasado año con dos monitores contratados gracias a la subvención de una entidad bancaria.

No obstante, Lama denuncia la falta de coordinación entre las administraciones públicas y las entidades sin ánimo de lucro. “No hay recursos suficientes –añade- para atender a tanta necesidad”. Según la coordinadora “sólo a través de la educación podremos romper el círculo de la pobreza y la exclusión”, por eso demanda más ayuda para los proyectos sociales dirigidos a la infancia.

Pero, pese a las dificultades, el proyecto Rayuela tiene claro que lo más importante es el desarrollo de los niños. “Me sorprende la alegría que muestran a pesar de las circunstancias en las que viven la mayoría”, confiesa Lama, que asegura que para ella y los voluntarios es una “gran satisfacción aportar nuestro granito de arena” y sonríe diciendo que “recibimos mucho más de lo que damos”.

La Misericordia no sólo se muestra ‘enseñando al que no sabe’, sino acogiendo al necesitado, ayudando al que lo pide, mostrando a Dios en cada pequeño gesto y ofreciendo nuestro tiempo a los demás. El proyecto Rayuela práctica esta misericordia tratando de romper las cadenas que mantienen a muchos niños anclados en la pobreza y la exclusión. ¿Su mejor arma? La educación y el impulso de la fe en Cristo.