El Jubileo de las Hermandades, un acontecimiento «memorable»
Más de 4.000 cofrades participaron en el Jubileo de las Hermandades del pasado sábado 5 de noviembre en la Catedral. En los compases finales del Año de la Misericordia, este se ha convertido en el acontecimiento más multitudinario de todos los celebrados, convocado en torno a la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, la “más hermosa y sobrecogedora de todo el patrimonio religioso de nuestra Archidiócesis”, según expresó el Arzobispo, mons. Juan José Asenjo. Este evento fue calificado por él como “memorable”, en la medida en que “además de experimentar la alegría de tener con nosotros al Señor de Sevilla, nuestra peregrinación a la Catedral, más allá de la dimensión sentimental o cultural, tiene una dimensión esencialmente espiritual, es decir, si propicia o favorece nuestra conversión”.
A las cinco de la tarde comenzó la Eucaristía a la que estaban invitadas 560 hermandades de la Archidiócesis. Acudieron, además, numerosos peregrinos de otros puntos de la geografía nacional, como Cádiz, Jaén, Córdoba, Badajoz o Ciudad Real. Poco después de que el organista José Enrique Ayarra interpretara marchas como Jesús de las Penas, Nuestro Padre Jesús e Ione comenzó la procesión de entrada hasta el Altar del Jubileo, donde se encontraba el paso con la imagen del “Señor de Sevilla”. La Eucaristía estuvo presidida por mons. Asenjo y concelebrada por 19 sacerdotes, entre los que se encontraba el obispo auxiliar, mons. Santiago Gómez Sierra, los vicarios episcopales y el vicario para la Vida Consagrada de Sigüenza-Guadalajara. Durante la celebración, numerosos fieles se acercaron a recibir el sacramento de la confesión y así ganar las indulgencias según las condiciones marcadas por la Iglesia.
En su homilía, mons. Asenjo lanzó un mensaje de valentía a los cofrades de la Archidiócesis, animándolos a que estén dispuestos a “dar la vida día a día por el Señor”: “La Iglesia en Sevilla necesita cofrades convertidos, cofrades espiritualmente vigorosos y conscientes del tesoro que poseen y de la misión que les incumbe; cofrades orantes y fervorosos, que viven la comunión con el Señor, con la parroquia, con los sacerdotes, con los obispos y con todos los que buscamos el Reino de Dios; cofrades que tienen corazón de apóstol, cofrades que rezuman misericordia, que se preocupan de los pobres y de los que sufren y que aspiran seriamente a la santidad”.
Para ello, recordó qué es lo “nuclear y decisivo” en la vida de las corporaciones: “Si son importantes vuestros cultos, vuestra convivencia fraternal en las casas de Hermandad, vuestras procesiones y estaciones de penitencia, los estrenos y la estética, que con tanta profusión destacan los medios de comunicación, lo es incomparablemente más vuestra vida cristiana honda, ejemplar, orante y fervorosa. Poned en el horizonte de vuestra vida a Jesucristo, sin excusas banales, sin dudas ni miedos”. Para ello aseguró que nunca va a faltar ni la ayuda de Dios ni la de la Iglesia: “Ante quienes os apunten con el dedo por ser cofrades, por acudir a Misa los domingos, por confesar y comulgar con frecuencia, o por llevar a vuestros hijos a la catequesis, en definitiva, por ser hijos de la Iglesia, sentíos orgullosos de pertenecer a ella”.
Al finalizar la Eucaristía –que tuvo como broche final los sones de la marcha Coronación de la Macarena-, no se pudo hacer el traslado de vuelta de la imagen de Gran Poder hasta su basílica debido a las previsiones meteorológicas. Este se hizo en la mañana del domingo 6, cuando decenas de miles de sevillanos pudieron contemplar en las calles, a plena luz del día, a ese “Señor del Gran Poder, pero que es al mismo tiempo el Dios fiel, el Dios compasivo y misericordioso, que nos mira con ternura”.
Puede consultar AQUÍ la homilía íntegra de mons. Asenjo.
Fotografías: Miguel A. Osuna