El milagro de volver a ser uno mismo

La asociación de ayuda al alcohólico ‘Miguel Barea’ comenzó su andadura en el año 2008. Desde entonces ha atendido a cientos de personas que han caído en la adicción al alcohol y las drogas. “La mayoría de ellas llegan a nosotros a través del boca a boca”, explica José Santos, presidente de la asociación. “Llegan rotos, con una gran necesidad de ayuda porque volver atrás solo es muy difícil, y aquí no se les exige nada”. De hecho, el único requisito para gozar de los servicios de esta asociación es “querer dejar de beber”.

La entidad acoge a los usuarios en régimen de internamiento que se prolonga de entre tres a seis meses. Aunque el seguimiento posterior se extiende a un año. Durante los primeros quince días los recién llegados están incomunicados porque pasan por el síndrome de abstinencia, un duro proceso que se sobrelleva con asistencia médica. Posteriormente, se incorporan a las terapias de grupos que tienen lugar dos veces al día. En la asociación están atendidos por un médico, una psicóloga y un terapeuta, además de media docena de voluntarios que invierten su tiempo gratuitamente para asistir a los que han tocado fondo. Tanto el presidente de la asociación, como su presidente honorífico y fundador, Miguel Barea, destacan las buenas relaciones que se crean entre los internos. “De puertas para adentro, todos son iguales. Así, los más experimentados ayudan a los nuevos y ninguno se siente discriminado”. Este apoyo psicológico se extiende a las familias que se implican en la recuperación de la persona alcohólica. No obstante, también reconocen que “los familiares suelen llegar muy desconfiados, porque el interno normalmente ya ha sufrido varias recaídas, pero con el tiempo se sorprenden al ver surgir el milagro”. Y así es como califican la transformación de los internos a los que asisten, como un verdadero milagro en el que Dios actúa para que las personas vuelvan a ser quienes eran. “El que entra en la asociación lo hace sin fe, ni cree en Dios ni cree en nada. Por eso no podemos darles a conocer una doctrina concreta de golpe. Pero a través de nuestra experiencia y nuestro testimonio vamos mostrándole a Cristo. Tratamos así la espiritualidad y lo cierto es que muchos a largo plazo te piden conocer más”, reconoce Santos.

La asociación además ofrece terapias a grupos externos, para aquellas personas que sin estar internas necesiten atención. Igualmente dirigen charlas de prevención para jóvenes y familias en las que advierten los riesgos del alcohol, que tienen lugar los primeros domingos de cada mes.

Dos hombres, con una profunda fe que se ha desarrollado por largos años en el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, a los que Cristo ha deslumbrado, dedican su vida a ayudar a personas que se han perdido a sí mismas, una ayuda profesional y personalizada, que supera el 75% de éxito. Y en la que sobre todo brilla “el calor humano”, la escucha y paciencia para corregir al que yerra.