San Bartolomé y San Esteban peregrinan a la Catedral
Se palpaba en el ambiente algo extraordinario, y es que ya lo anunció el papa Francisco en la basílica de San Pedro: “He decidido convocar un Jubileo extraordinario que coloque en el centro la misericordia de Dios”. Ese fue el preludio de una tarde llena de emoción.
Todo empezó el 20 de febrero con una celebración penitencial en la iglesia parroquial de San Bartolomé donde muchos confesaron. Y seguidamente, arrancó la peregrinación en busca de la puerta santa de la Catedral, al igual que en el III domingo de Adviento se abrió la puerta santa de la Catedral de Roma.
La comitiva estaba compuesta por sacerdotes y consagrados de La Obra de la Iglesia, el sacerdote rector de San Esteban, las comunidades religiosas de Clarisas y Salesas unidas mediante su oración, la comunidad educativa del colegio de las Mercedarias, las hermandades de San Esteban, de la Virgen de la Alegría y de la Virgen de la Luz y por familias.
Todos en peregrinación, cantando y haciendo lecturas, en busca de la indulgencia plenaria y del encuentro con el Señor y ante la mirada sorprendida de los viandantes que encontraban por el camino.
En la plaza del Cristo de la Salud, en San Nicolás, hubo una parada con oraciones y cantos en honor a la Virgen de la Candelaria. El camino hacia la Catedral estuvo lleno de himnos y una “desbordante alegría”. Uno de los voluntarios que ayudaba a los enfermos, algunos en silla de ruedas, destacó la bondad e ilusión que los peregrinos desprendían: “la gente nos miraba con cara de asombro e incredulidad, dimos un buen testimonio”.
Sobre las seis menos cuarto de la tarde, por la plaza de la Virgen de los Reyes, llegaron a la puerta santa de la Catedral los peregrinos de la parroquia de San Bartolomé y San Esteban. Ya en la capilla real, con un lleno total, se celebró una misa solemne presidida por el párroco Juan José Sauco con mucha participación y ofrenda a la Virgen de los Reyes.
Jenaro Infante