Descubriendo la paternidad

“El amor siempre da vida. Por eso, el amor conyugal no se agota dentro de la pareja sino que los cónyuges dan más allá de sí mismos la realidad del hijo, reflejo de su amor viviente”. Así expresaba el papa Francisco en la exhortación apostólica Amoris Laetitia el sentido de la paternidad. Sixto Carrasco, coordinador de la Escuela de Padres de Lebrija, la define como “un acto de amor gratuito, una vocación”.

“Sólo queríamos facilitar que un grupo de familias pudiéramos sentirnos acompañadas y, a través de una serie de sesiones impartidas de forma mensual, pudiésemos trabajar nuestro proyecto de vida familiar, compartir estrategias de convivencia y redescubrir que los padres somos los mejores educadores de nuestros hijos”, explica Carrasco.

Este proyecto, que se inició hace ya tres años, es tan necesario como atrayente. En un sistema en el que los padres y madres dedican poco tiempo a la crianza y aprendizaje de los hijos, la Escuela de Padres de Lebrija se presenta como un oasis de convivencia en el que los progenitores aprenden a escuchar a su prole. Este año “dimos un paso más”, señala Carrasco, ya que han intercalado sesiones sobre educación –influencia de las redes sociales, acoso escolar, importancia del ejemplo en la familia…- con temas propios del matrimonio como la sexualidad, los retos de la convivencia o el proyecto común de pareja. Ante estas sesiones, el coordinador del proyecto asegura que la respuesta de los asistentes es “muy positiva”. “Muchos padres manifiestan sentirse interpelados por los temas tratados y confiesan haberse planteado su proyecto de vida familiar”, añade.

No obstante, Carrasco apunta que la escuela no “enseña” a ser padres, sino a “quitar la paja para encontrarnos con el grano”, es decir, a aprender con otras familias compartiendo reflexiones y experiencias, fomentando la comunicación con los hijos, a los que también se les invita a participar. “En muchas ocasiones intentamos trabajar con ellos los mismos temas que trabajan sus padres en la sesión a través de dinámicas y juegos”.

Sixto Carrasco (en la imagen con su familia) agradece “el impulso” que está recibiendo esta pastoral por parte del Arzobispo de Sevilla, mons. Asenjo, y el trabajo “entregado y desvivido” de los delegados diocesanos de Familia y Vida. Igualmente, sólo tiene palabras de gratitud a los ponentes de las sesiones formativas en la Escuela de Padres, la mayoría de ellos especialistas en la materia –terapeutas familiares, psicólogos… Por último, quiere destacar la colaboración del COF Dos Hermanas, así como la generosidad de la comunidad franciscana de Lebrija, que actualmente ha cedido varias salas de su convento para celebrar la escuela.