70 jóvenes sevillanos peregrinan esta semana a Javier, Navarra
La Delegación para la Pastoral con Jóvenes inició ayer lunes una peregrinación a Javier (Navarra), lugar del nacimiento de san Francisco Javier, encabezada por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses; el delegado de esta pastoral, Manuel Jiménez y 70 jóvenes de entre 16 y 30 años, pertenecientes a distintas realidades de la Archidiócesis hispalense.
La intención de este viaje es que los jóvenes se preparen para el Jubileo 2025 ‘Peregrinos de Esperanza’. En palabras de Jiménez, “queremos que la peregrinación de este verano sea un primer hito preparatorio y que lo sea en el sentido en el que nos anima a hacerlo el papa Francisco: «Me alegra pensar que el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran sinfonía de oración; ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo, con el lema Señor, enséñanos a orar (Lc 11, 1)»
Programa
La peregrinación comenzó el 22 de julio, cuando los peregrinos partirán hacia Javier desde Sevilla (con parada en Zaragoza). Hasta el día 28, fecha prevista de vuelta, se ha organizado una jornada en Pamplona, una ruta de senderismo, una visita a Lourdes, a Javier y otra al monasterio de Leyre.
Con estas actividades, explica el delegado, “nos acercaremos a distintos modos de oración personal y comunitaria, apartándonos de nuestras rutinas y en un enclave propicio para estar en la presencia del Señor y disfrutar de su cercanía”.
Desde su perfil en X, @ArzobispoSaiz y desde las redes sociales de la Delegación Diocesana para la Pastoral con Jóvenes (@delejusevilla) tanto el arzobispo hispalense como los responsables de esta pastoral, irán publicando imágenes y vídeos de las celebraciones y encuentros de los próximos días.
Hoy lunes, monseñor Saiz Meneses celebrará una Eucaristía en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, en Zaragoza. “Con san Juan Pablo II pediremos: Virgen Santa del Pilar: Aumenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad. Socorre a los que padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo. Fortalece a los débiles en la fe. Fomenta en los jóvenes la disponibilidad para una entrega plena a Dios”.