Reinventarse en verano para seguir educando

Reinventarse en verano para seguir educando

El Proyecto Maparra, de la Cáritas Parroquial Jesús Obrero, ha desarrollado su Escuela de verano garantizando todas las medidas de seguridad y sanitarias posibles.

Pese a la incertidumbre de cómo volverán los centros escolares y educativos a partir de septiembre, Cáritas Diocesana tiene claro que “la formación, tomando las medidas necesarias y adaptando las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, no puede parar para tantos niños, niñas y jóvenes que se encuentran en edad de ello” y que además pertenecen a familias vulnerables de la Archidiócesis.

Por este motivo en la Cáritas Parroquial Jesús Obrero de La Oliva-Bellavista se desarrolla el Proyecto Maparra, cuya actividad no cesó durante el confinamiento ni en las fases de desescalada. Ahora, durante las vacaciones estivales, tampoco ha querido cancelar su programa y ha celebrado su tradicional Escuela de verano. Si bien, destaca Cáritas Diocesana, “se han tomado las medidas de seguridad y sanitarias pertinentes”.

La Escuela de verano del Proyecto Maparra se desarrolló durante tres “intensas” semanas (del 29 de junio al 17 de julio) en la Parroquia Jesús Obrero del Polígono Sur, donde participaron cincuenta niños y niñas, con una media de asistencia diaria en torno a 42, “lo que se puede considerar todo un éxito, ya que la adaptación a los nuevos hábitos siempre es difícil”, señala Alberto Herrero, responsable del Proyecto. En esta línea, recuerda que “fue posible gracias al trabajo de una veintena de personas voluntarias fijas, que estuvieron ayudando desinteresadamente durante toda la escuela, y a otras 15 que participaron de manera puntual”.

Tanto Cáritas Diocesana como la Cáritas Parroquial encargada de la actividad celebran que la Escuela de verano tuvo lugar “sin ningún problema debido a las medidas que se llevaron a cabo para evitar posibles contagios y propagación de la COVID-19”. Unas acciones que resume Herrero en dos líneas principales.

La primera, la higienización y reestructuración de espacios. Así la semana previa a que “nos dieran luz verde a la apertura de la escuela de verano, todas las clases fueron pintadas y fregadas con lejía reducida, mesas, sillas, azulejos etc…” A esto, añade que “las clases estaban configuradas para diez alumnos por aula y durante la escuela tuvimos un máximo de seis”. Por otro lado, se elaboraron planos y se marcó en el suelo la distancia de seguridad. Finalmente, el lavado de manos se realizaba en tres turnos: a la entrada, antes del desayuno y a la vuelta a casa “para ofrecer también protección a sus familias”

La segunda línea de trabajo fue la formación. Al respecto, el director del Proyecto explica que el comisionado del Polígono Sur, a través de los centros de salud, “nos facilitó la formación sobre la COVID-19 y hemos sido nosotros los encargados de formar al voluntariado”. Igualmente, se trabajó con los menores el lavado de manos, la distancia de seguridad, se aclararon sus dudas y “también se realizó un taller donde reforzamos los vínculos hacia la persona referente que los niños y niñas habían tenido en el confinamiento”.

En esta Escuela de verano tan diferente también hubo lugar para las sorpresas que llegaron en forma de donación de tablets, “un hito a nivel parroquial en el Polígono Sur”. Su introducción fue un atractivo más que se pudo aprovechar, entre otras cosas, para que los niños y niñas pudieran reforzar la asignatura de Inglés de forma online. Al respecto, apunta Herrero, en el caso de que hubiera un nuevo confinamiento o no se pudiera desarrollar el curso escolar con normalidad, “la intención es prestarlas para que nuestros jóvenes no pierdan el curso y a la vez hacerles un seguimiento”.

En estos días el Proyecto disfruta de un pequeño descanso antes de volver a la actividad en septiembre (si fuera posible). “Esa es nuestra intención, está todo preparado para retomar las actividades el 2 de septiembre con el inicio de búsqueda de voluntariado y primeras inscripciones de los chavales”, concluye Herrero, consciente de que el poder de cada persona es imprescindible para reducir las consecuencias que vaya dejando la COVID-19.

 


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