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La vivencia de un acontecimiento histórico

El Congreso de Laicos 2020, desde la vivencia en primera persona, ha sido percibido como una gran oportunidad para llevar a cabo una renovación de la Iglesia; un acontecimiento histórico que se presenta como una ocasión única para encontrar las iniciativas que permitan esa transformación; un proceso que ha sido calificado como un Nuevo Pentecostés.

Una cuidada organización había permitido que incluso la numerosa delegación de la Archidiócesis de Sevilla pudiese estar presente, y de manera activa, en todas las comisiones y subcomisiones de los distintos grupos de reflexión. Este enfoque favoreció que se pudiese estar en contacto con las distintas sensibilidades presentes en la Iglesia y poder comprender otros puntos de vista del sentido profundo de la vinculación del laicado a la Iglesia y, en muchos de los casos, de su extraordinario compromiso de vida.

Desde la ponencia inicial ya se transmitía una intención de cambio en la cúpula del episcopado, presentando una transformación necesaria y que solo podría ser llevada a cabo por y con el laicado; sin su implicación a todos los niveles el cambio sería imposible; en palabras del Cardenal Blázquez: el cambio se hará por el laicado o no será posible.

Comenzaron a aparecer palabras que fueron marcando todo el desarrollo del Congreso: sinodalidad, discernimiento y corresponsabilidad enmarcaron las líneas maestras de cada uno de los itinerarios. Los laicos tendrían que ser los protagonistas de la nueva obra evangelizadora de la Iglesia y no solo como colaboradores de los pastores. Dentro de una sociedad secularizada, la tarea se muestra compleja y aparecerán luces y sombras, pero se trata de caminar juntos bajo la luz del Espíritu Santo, es decir, de sinodalidad.

En cuanto a los grupos de reflexión, es evidente que todos no pudimos estar presentes en todo; nos habría gustado, pero era materialmente imposible; así que tuvimos que centrarnos en los itinerarios y líneas temáticas que nos fueron asignados. En mi caso, estuve presente en el Itinerario 2: Acompañamiento, y en la Línea temática 13: El acompañamiento desde los centros educativos; y también en el Itinerario 4: Presencia en la vida pública, y en la Línea temática 37:

El compromiso en la Educación

En estos grupos, que iban precedidos de una exposición de diferentes proyectos, ya participamos los delegados de las distintas procedencias tanto geográfica como eclesial, y surgieron los diferentes puntos de vista que cristalizaron en toda una serie de conclusiones y que, lamentablemente, cinco meses después, los participantes todavía no hemos podido recibir. No obstante, sí se pusieron de manifiesto distintos enfoques que será necesario desarrollar actuando con discernimiento.

La ponencia final terminó por ilusionarnos a todos y lanzarnos al mundo a expandir todo lo bueno que habíamos visto, escuchado y vivido en esos 3 días. La impresión de mi participación en el Congreso había cambiado; previamente a la celebración del Congreso, no tenía claro qué podría aportar mi colaboración y pensé que sería mejorar declinar la invitación, pero tras su clausura me alegré de todo lo vivido en ese pabellón, de haber conocido a un gran número de personas con un enorme compromiso eclesial dispuestos a afrontar todo trabajo necesario con su mejor disposición, y siempre con alegría. Estaba teniendo la oportunidad de participar en la transformación de la Iglesia.

Fuimos testigos de la firme voluntad del episcopado en que esa transformación se llevase a cabo, pero todavía habrá que allanar el camino de los múltiples obstáculos que seguro van a aparecer, y por solo citar algunos, nos encontraremos con falta de compromiso, falta de formación, estructuras arcaicas, desánimo, endogamia, clericalismo, rechazo, incomprensión, y todo esto sería solo una parte de lo que hoy podemos imaginar. La tarea ha sido recibida con ilusión por el laicado y su compromiso salió todavía más reforzado. Es necesario aprovechar esta situación favorable y ponerse a trabajar para extender el mensaje del Congreso a toda la Iglesia.

Han transcurrido algunos meses desde la celebración del Congreso y la situación creada por la pandemia no ha permitido una amplia difusión de la significación y relevancia del Congreso. Debemos hacer lo posible por hacer realidad el lema del Congreso: Pueblo de Dios en Salida.

José Luis del Río,

Gerente de la Fundación de Enseñanza ‘Victoria Díez’


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