La Archidiócesis de Sevilla apuesta por unos Cuidados Paliativos de calidad en lugar de regular la eutanasia en España
- Con motivo del Día Mundial de los Cuidados Paliativos, que se celebra mañana sábado, 10 de octubre, la Archidiócesis de Sevilla apuesta por garantizar unos Cuidados Paliativos de calidad en lugar de tramitar leyes que regulen la eutanasia en España.
- La Archidiócesis está desarrollando la Campaña #Cadavidacuenta en redes sociales en la que se comparte testimonios de profesionales sanitarios, de enfermos o sus familiares que rechazan la eutanasia y exigen más recursos sociosanitarios para acompañar el final de la vida.
La Iglesia Católica, acostumbrada a acompañar y asistir a enfermos y personas sufrientes por diversas causas, es conocedora de las difíciles circunstancias que provocan algunas enfermedades o experiencias familiares desagradables, y comprende que éstas pueden ser causa de una posición personal a favor de la eutanasia. Pero es necesario advertir que los casos extremos no generan leyes socialmente justas. Además, la mayoría de los ejemplos que aparecen a través de los medios de comunicación son utilizados y presentados como irresolubles, y ensalzan como argumento para regular la eutanasia el “sufrimiento intolerable” de enfermos y familiares. Sin embargo, éste -paradójicamente- se postula como el mayor argumento contra la eutanasia hoy, ya que esta condición indispensable (el sufrimiento extremo del enfermo) para que se aplique esta práctica no debería tener cabida en una sociedad en la que existen los Cuidados Paliativos.
Lamentablemente, en la actualidad, el acceso a esta especialidad médica es insuficiente y desigual en España. De hecho, esta atención apenas llega al 50 % de los pacientes que lo requieren. Según la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), 80.000 personas fallecen cada año sin los Cuidados Paliativos que necesitan. En este sentido, es significativo que España ocupa el puesto número 23 -a nivel mundial- en Cuidados Paliativos, y el 14 en Europa, solo por delante de Polonia, Portugal, Grecia y Lituania.
Lo mismo ocurre con la Ayuda a la Dependencia, cuya aplicación, una vez aprobada, se demora hasta tres años; o con las Unidades del Dolor, que denuncian falta de medios y recursos. Ante este contexto de precariedad asistencial en el final de la vida, la eutanasia se presenta como la única alternativa viable para el enfermo crónico o terminal, cuya libertad y autonomía a la hora de solicitar la “prestación de ayuda para morir” -eufemismo empleado en la Proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia- queda en entredicho, ya que su decisión nunca será realmente libre, sino que quedará condicionada por los factores anteriormente mencionados.
Ayuda a vivir, no a morir
Tanto la SECPAL como la Asociación de Enfermería de Cuidados Paliativos (AECPAL) han declarado en un manifiesto publicado recientemente que “esta norma que se va a tramitar afronta el sufrimiento extremo de aquellas personas que prefieren dar por finalizada su vida y, en cambio, obvia el de aquellos ciudadanos que piden vivir de forma digna esta etapa con el mayor apoyo posible para paliar ese sufrimiento. No existiría nunca el libre derecho a decidir ni se dignificará el proceso de morir mientras las personas que sufren al final de su vida no tengan sobre la mesa todas las opciones posibles, siendo los Cuidados Paliativos un derecho, pero no una realidad en nuestro país para todos los ciudadanos que los necesitan”.
Precisamente esta es la línea que siguen las leyes referidas al final de la vida en los países de nuestro entorno. Unas normas que abogan por la formación de profesionales sanitarios en este campo, el apoyo a las estructuras básicas de atención primaria para proporcionar Cuidados Paliativos en la comunidad y la creación de recursos específicos orientados a la complejidad.
Además, estas leyes reconocen el valor de la figura del cuidador, otorgando permisos laborales y facilitando ayudas a la dependencia que alivian la tensión psicosocial que supone para las familias la atención a pacientes crónicos o terminales. “Estas leyes son muestra de la preocupación de sociedades modernas y progresistas ante el sufrimiento de sus conciudadanos más vulnerables”, declara el citado manifiesto.
Por tanto, la Archidiócesis hispalense defiende que reconocer la eutanasia en España como derecho se convierte en un grave problema ético porque evidencia una derrota social y profesional ante el problema de la enfermedad y la muerte.
En definitiva, para la Iglesia en Sevilla la verdadera alternativa a la eutanasia es la humanización de la muerte, es decir, ayudar al enfermo a vivir (no a morir) lo mejor posible durante la fase final de su vida, expresando el apoyo en todas las etapas de la enfermedad; garantizando el acceso universal y equitativo a unos Cuidados Paliativos de calidad; mejorando el trato y los cuidados requeridos, tanto físicos, como psicológicos y espirituales, al paciente y a su familia; exhortando también a nuestros políticos a invertir en investigación y en Sanidad; y exigiendo unas políticas sociosanitarias que realmente respondan a las necesidades de la población, que busquen aliviar el sufrimiento, sin terminar con la persona.
Finalmente, concluimos que el debate social y político actual no debería ser sobre el derecho a decidir cuándo y cómo morir, sino sobre la ineludible vocación de cualquier sociedad democrática de ayudar a vivir en condiciones dignas hasta el final de la vida.
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