Los frescos de la Parroquia de Santa Teresa (I)
Ubicada en la Plaza de las Moradas, la Parroquia de Santa Teresa fue proyectada por los arquitectos Alberto Balbontín de Orta y Antonio Delgado Roig, y en ella sobresalen los frescos que el pintor Juan Miguel Sánchez Fernández realizó en 1961.
La iglesia presenta planta de cruz griega inscrita en un cuadrado, desarrollándose en los espacios de las esquinas tres capillas y la sacristía, todas ellas decoradas, al igual que el resto de los paramentos, por Juan Miguel Sánchez, que consigue enriquecer la arquitectura por medio de su pintura.
Nació en el Puerto de Santa María (Cádiz) en 1900 y falleció en Sevilla en 1973; fue discípulo de Gustavo Bacarisas, cuya obra junto con la de Vázquez Díaz, ejercerá gran influencia en él. En sus inicios trabajó en un taller de cerámica y destacó igualmente como cartelista.
Supo introducir la vanguardia en la pintura sevillana de la primera mitad del siglo XX, ya que sin dejar de lado nunca la figuración, en su obra se descubre una tendencia al esquematismo geométrico que da lugar a sobrias volumetrías de reminiscencias cubistas, así como influencias impresionistas en el tratamiento de la luz y el color.
Destacan en su producción los frescos que realiza para el vestíbulo de la Estación de autobuses del Prado de San Sebastián y los del coro de la Iglesia de San Luis de los Franceses, la Capilla de la Real Maestranza de Caballería y los del presbiterio de la Iglesia de la Barriada de Elcano. Sobresale especialmente el original diseño del palio de la Virgen de los Ángeles de la Hermandad de los Negritos.
Estos frescos han sido definidos como su obra más acabada, tanto por su modernidad como por la extensión de la superficie pintada, prácticamente todos los paramentos interiores, y destaca por su riqueza iconográfica y su colorido variado, con una estética novedosa y original.
Destacan sobre las puertas de las capillas la representación de los cuatro evangelistas, que presentan la particularidad de mostrar los libros que portan en blanco, disponiéndose a dejarse inspirar por el Espíritu Santo antes de comenzar a escribir, así como las alegorías marianas que se reparten por diversos lugares de la Parroquia y que consisten en diferentes árboles frutales con filacterias con alabanzas marianas.
Igualmente sobresale por su simplicidad y belleza, la decoración de las dos paredes laterales en las que, en un original paisaje con palmeras y otros árboles que rodean la esquemática representación de los cenobios carmelitas, simbolizando la Civitas Dei, se insertan las cruces del Vía Crucis.
En la Capilla Bautismal, sobre el fondo del paisaje del río Jordán, aparece la representación del Cordero de Dios ante una cruz con una concha, símbolo del Bautismo, y la inscripción con las palabras de Juan Bautista “ECCE AGNUS DEI” (Jn 1, 29).
Antonio Rodríguez Babío
Delegado diocesano de Patrimonio
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