Marciala de la Cuadra, responsable del Proyecto Lázaro de atención a las personas sin hogar: “Siempre vamos en nombre de Dios, nuestro jefe es Dios”

Marciala de la Cuadra, responsable del Proyecto Lázaro de atención a las personas sin hogar: “Siempre vamos en nombre de Dios, nuestro jefe es Dios”

Más de quinientas personas duermen a diario en las calles de Sevilla. Esta es una de las lecturas más llamativas y lacerantes del informe que ha publicado Cáritas Andalucía con motivo de la celebración, ayer 25 de octubre, del Día de las Personas Sin Hogar. Para salir al paso de este drama humano, en la Iglesia diocesana han surgido diversas iniciativas en las que están implicados 121 voluntarios y 21 profesionales. Una de ellas es proyecto Lázaro, creada el año 2013 en la Parroquia de San Sebastián. Su responsable es Marciala de la Cuadra.

¿Podemos considerar que la sociedad sevillana fracasa cuando hay medio millar de personas durmiendo diariamente en las calles?

Representa un fracaso, estoy totalmente de acuerdo. Y estos proyectos surgieron cuando vimos a muchísima gente que vivía en la calle. Los proyectos existentes en Sevilla atendieron el pasado año a casi cien personas en las calles.

¿Cuál es el perfil de estas personas?

En este pozo sin fondo cae cualquier persona. Siempre digo que yo puedo caer. Es duro, pero es así. Existen personas que han tenido un nivel económico grande que, por circunstancias de la vida, porque se han metido en el mundo de la droga, o porque el negocio les fue mal y eso les hizo salir a la calle a vivir… La calle traga. Eso de que la no vivienda mata es una pura realidad. Empiezan bien y poco a poco van desbaratándose. Llega el alcohol, luego la droga… Y al final es un pozo sin fondo.

¿Suele haber una adicción detrás?

Unas veces comienza con la adicción y otras la adicción se adquiere en la calle. Y yo me pongo en su lugar: tengo que dormir en la calle, en un lugar donde no conozco a nadie que pasa…Es duro dormir sin saber qué te van a hacer. Eso te lleva al alcohol, a la droga, etc.

¿Por qué lo hacéis? ¿Qué os llevó a salir a la calle en la búsqueda de estas personas?

Este proyecto comenzó en 2013 con un grupo de jóvenes que había en la Parroquia de San Sebastián. Primero salieron a la calle para ver si en nuestro barrio, el Porvenir, de un nivel medio-alto, había gente viviendo en la calle. Luego se crearon los estatutos del proyecto Lázaro, y salimos a la calle a buscar, no a ver qué nos encontrábamos, con unos recorridos que poco a poco se han ido aumentando, porque ya no es el perímetro geográfico de la parroquia.

¿De cuántos voluntarios hablamos en Lázaro?

Ahora mismo, con la COVID, que hay muchos que están temporalmente de baja, estamos 44. Pero somos de hecho 60 en activo, como voluntarios.

Van al encuentro de la persona ¿Y qué se encuentran?

Nosotros le llamamos hacer la ruta, buscando a las personas. A los que ya conocemos les saludamos, ya sabemos sus circunstancias. ¿Y a los que no conocemos? Nos acercamos, en invierno les ofrecemos un caldo y en verano gazpacho. Ahora, debido a las circunstancias sanitarias, por no servirles en vasos, les llevamos un tetrabrik. Yo digo que ese es el clásico cigarrito del bar, ofreces un cigarro y hablas con el de al lado.

Pero ese acompañamiento no se acaba en el gazpacho o el caldo…

Eso puede durar desde diez días hasta tres, cuatro o cinco meses. Eso dura siempre que ellos estén en la calle. Ahí lo que hacemos es adquirir una confianza con ellos, y poco a poco los vamos atrayendo hacia la acogida en la parroquia. Eso ya con más intimidad, tenemos dos personas que se encargan, una trabajadora social, y ahí analizamos cada caso, entramos en profundidad para ver por dónde podemos empezar, qué es lo que quieren y qué necesitan.

Tendréis experiencias de todo tipo, pero ¿Hay salida?

Normalmente, cuando estas personas están bajo los efectos de una adicción, en Psiquiatría no te admiten un diagnóstico. Primero tenemos que tratarlos, del alcohol, de la droga, y eso es un trabajo de acogida que precisa que ellos quieran ingresar en algún sitio. Una vez que ingresan y se curan de su adicción, intentamos meterlos en un sitio fijo donde ellos puedan estar. Es el caso, por ejemplo, del Centro Amigo de Cáritas Diocesana, donde nos ayudan mucho. En otros casos hay que buscar otros sitios, pero en el proceso de intentar trabajar es donde ellos se quedan más parados, y dónde a nosotros nos cuesta más trabajo. Es más duro, porque detrás de esa adicción existe una enfermedad mental, y aquí comienza otra tarea: hay que llevarlos al médico, acompañarlos, que el médico les ponga un tratamiento… Son procesos muy largos.

Pero dígame que hay esperanza…

Hay esperanza. Mire, tenemos una persona mayor y hemos conseguido que esté en su vivienda. La verdad, yo soy una enamorada del proyecto. El proyecto hace muchísimo bien, pero para los dos lados, ¿eh?

¿Dónde puede acudir el que quiera colaborar en este campo tan concreto?

Puede acudir a uno de los cuatros proyectos que hay activos ahora mismo en Sevilla: Emaús, que está en Triana-Los Remedios –las parroquias de San Joaquín y los Padres Blancos-, el grupo de la Parroquia del Divino Redentor, el proyecto Levántate y Anda de San Vicente –que es la iniciativa más antigua-, y el Proyecto Lázaro, de San Sebastián. También están los jóvenes de la Pastoral Universitaria.

Pero esto no es todo, no se acaba aquí ¿Hay otras formas de colaborar?

Hay otra forma de voluntariado muy, muy importante. En todos los proyectos vamos a buscar a las personas, pero siempre vamos en nombre de Dios, nuestro jefe es Dios, y en un momento determinado nos dice coger por aquí o por allá. Y además, eso lo vemos claramente. Tenemos nosotros unos planes para una persona y, de repente, surge cualquier cosa y nos los desbarata.

Pedís oraciones

Efectivamente, pedimos oraciones… Y un donativo para Cáritas (ríe), porque nos viene muy bien.

 

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AUDIO Entrevista a Marciala de la Cuadra, responsable del Proyecto Lázaro de atención a las personas sin hogar (Iglesia Noticia Sevilla, 25-10-2020)

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