Día de la Iglesia Diocesana 2020: Ayudar a nuestra familia, la Iglesia
Cada año, en el mes de noviembre, los cristianos somos llamados a sentirnos partícipes de la Iglesia de una forma especial. Concretamente, este 2020, la Iglesia nos hace una llamada a colaborar en el Día de la Iglesia Diocesana, que se celebra el 8 de noviembre.
Bajo el lema ‘Somos lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo’ se nos invita a ayudar a nuestra parroquia desde distintos campos.
En primer lugar, prestando nuestro tiempo, el que podamos, en los distintos grupos pastorales: catequesis, Cáritas parroquial, misiones, liturgia, pastoral de la salud…Gracias al tiempo de miles de voluntarios seremos capaces de hacer “una parroquia viva, comprometida, apasionada por Jesucristo y entregada a los demás”, señalan desde la Conferencia Episcopal Española.
Por otro lado, también podemos colaborar con nuestras cualidades, es decir, poniendo al servicio de la parroquia no solo lo que tenemos, sino lo que sabemos y somos.
Otra acción importante que todo cristiano debe realizar para ayudar a su diócesis es rezar por las intenciones del obispo y las necesidades de la Iglesia local. Precisamente esta oración será “el alma de toda la actividad que se realice, y con ella, los frutos serán mayores y más permanentes”.
Finalmente, se nos insta este 8 de noviembre a participar en la vida diocesana con un donativo, ya sea de forma puntual en la colecta dominical, o con una aportación periódica, una opción que permite a las parroquias elaborar presupuestos y mejorar la utilización de los recursos, así como planificar acciones y proyectos. En esta línea, se anima además a dejar el legado a la Iglesia, incluyendo a la parroquia en el testamento.
Todo ello conlleva ventajas fiscales, ya que las donaciones son deducibles hasta en un 80 % al realizar la Declaración de la Renta, tanto para las personas físicas como jurídicas.
Cifras de la Archidiócesis
Gracias a la colaboración inestimable de miles de personas con la Iglesia en Sevilla, todos juntos, como una gran familia, somos capaces de desarrollar a lo largo y ancho de la Archidiócesis hispalense numerosas iniciativas solidarias, generar empleo digno, conservar y mantener el patrimonio diocesano, ayudar a la Iglesia Universal, apostar por la educación y llevar a cabo proyectos pastorales de importante envergadura.
De este modo, el pasado 2019 la Archidiócesis hispalense contó con un presupuesto consolidado de 50.196.304,53 euros. La mayor partida de éste se corresponde con la conservación de edificios y gastos de funcionamiento (el 27,11 %). Dicho de otra forma, unos veinte millones de euros se dedicaron a la conservación del patrimonio, otras inversiones en obra nueva y programas de rehabilitación. A esta partida le sigue la inversión en acciones pastorales y asistenciales, que supuso un 16,34 % del total, ascendiendo a más de ocho millones de euros en 2019. Finalmente, las retribuciones al personal seglar y al clero significaron el 15,87 % y el 14,63 % respectivamente del consolidado de la Archidiócesis.
Mucho más que números
Estas cuentas son el reflejo de la ingente actividad que experimenta a diario la Iglesia diocesana dando respuestas a múltiples necesidades de los sevillanos.
Por un lado, destaca la actividad celebrativa, con casi veinte mil Confirmaciones, cerca de quince mil primeras comuniones, en torno a once mil bautizos y poco más de 2.400 matrimonios.
Igualmente, gracias a nuestros donativos, la Archidiócesis es capaz de mantener cinco Centros de Orientación Familiar, 235 centros para mitigar la pobreza, una docena de instancias que promueven el empleo, cuatro centros de rehabilitación para drogodependientes, dos hospitales y cuarenta residencias de ancianos, entre otros muchos proyectos se asistencia a personas vulnerables.
Asimismo, con este dinero, se sostienen al centenar de misioneros que entregan su vida en las tierras de misión y a los más de 400 sacerdotes que llevan el anuncio del Evangelio a cada rincón de la Archidiócesis.
En definitiva, el 8 de noviembre, Día de la Iglesia Diocesana, debemos mostrarle a la Iglesia nuestro agradecimiento por su servicio, acompañamiento y ayuda inestimable en todos los momentos de nuestra vida. Una presencia constante y cariñosa que hace que nos sintamos parte de una gran familia con la que tenemos el deber de colaborar de todas las formas posibles.