El Seminario Menor, escuela de discernimiento
El descubrimiento de una vocación a la vida sacerdotal va acompañado de varios elementos que confirman esa llamada del Señor. Hay quienes, como el profeta Samuel, con los oídos físicos y espirituales bien afinados, son capaces de escuchar lo que Dios tiene que decir y mantener su constancia, perseverancia y obediencia hasta el día del sí definitivo. Hay quienes consideran que no hay vocaciones ni prematuras ni tardías, que Dios siempre llega a tiempo.
En algunos, esa llama se enciende en el corazón siendo niños, decisión que el Seminario Menor ayuda a madurar, a través del acompañamiento.
Los siguientes testimonios corresponden a jóvenes que ingresaron al Seminario Menor y que después de años de discernimiento y maduración de la fe, han apostado por el sacerdocio e intentan vivir su ministerio como verdaderos pastores misioneros.
Para Luis María Jiménez de Cisneros “la intimidad con el Señor requiere discernirla, porque esa llamada a la vocación particular se asienta luego sobre una estructura en la que primero se discierne la llamada y luego se discierne el sujeto y eso requiere un trabajo especial”.
El párroco de Sta. Mª de las Nieves de Alanís y de San Sebastián y San Diego de San Nicolás del Puerto considera que “las vocaciones que provienen del Seminario Menor tienen la ventaja de que su proceso formativo es más largo y tienen oportunidad de cambiar o de enquistar vicios, en otras ocasiones, y convertirse en un pequeño sobreviviente y pasar mucho tiempo en el seminario sin que el seminario pase por ti”.
Vida comunitaria
Por su parte, Francisco Gordón, párroco de Ntra. Sra. de Consolación de El Pedroso destaca de su paso por el Seminario Menor “la relevancia de mis compañeros, ver que otro joven igual que tú comparte o va a compartir la misma llamada por el Señor, las mismas inquietudes, problemas y alegrías. Lo que destacaría es la ayuda de ver la misión no como un extra o un apéndice, al contrario, si el Señor te llama para ser cura es para administrar, dirigir, gobernar en el área que te pida, te llama a transparentarle en el día a día de una manera específica”.
“Mi paso por el Seminario Menor ha sido precisamente la ayuda a la comunión de estas dos ideas, de estas dos palabras, ser misionero en los tiempos recios no es un extra, forma parte de mi propio ser”.
Pastores misioneros
A su vez, Pedro Elena García, vicario parroquial de Sta. M.ª la Blanca de Los Palacios y Villafranca manifiesta que “el discernimiento vocacional es algo que todos deberían hacer, no solo el sacerdote. Todo hay que discernirlo, no importa que sea lento, lo importante es que sea constante, para que nuestra vida sea como la vida del Señor. Eso es lo que te da la felicidad, lo que el Señor quiere y lo que tú eres capaz de entregar en tu vida”.
“El lema de este año me invita a ser pastor, pero pastor como el Señor, como él pastoreaba, y después me invita a ser misionero. Ser misionero no se trata de irse de misiones, ser misionero es una práctica constante en nuestra parroquia, con nuestra propia feligresía, aquel que se desvive por entero, sin hacer miramientos, por su feligresía”, manifiesta.
El lema de este año, ‘Pastores Misioneros’, recuerda a estos jóvenes sacerdotes una doble dimensión, la primera es que el pastor es una figura muy sacerdotal, principalmente por el arraigo y la vinculación, el pastor se vincula de manera muy fuerte a su rebaño con solo mirarlo