La conciencia de un proyecto común y la transparencia, ejes de la gestión económica en parroquias
“Nunca he vivido la sensación de soledad”. De esta forma resume el sacerdote Carlos González su experiencia al frente, desde 2008, de la Parroquia de San Carlos Borromeo, en la barriada sevillana del Porvenir. En estas jornadas previas al Día de la Iglesia Diocesana, el párroco ha recordado la forma en la que la feligresía ha conformado una comunidad viva, creándose un Consejo de Pastoral, grupos de formación de adultos, e incorporando a personas procedentes de varios movimientos y hermandades. “Se cumple así, que la parroquia es la casa común”, subraya Carlos González.
La parroquia, como cualquier casa y familia, tiene que hacer frente a unos gastos inherentes a su funcionamiento. Gonzalez destaca como “una experiencia muy positiva”, la implantación de las cuotas parroquiales, por las que los fieles colaboran, también económicamente, con las necesidades de una parroquia que forma parte de sus vidas.
Las cuotas suponen el 30% de los ingresos en San Carlos Borromeo
Actualmente, las cuotas suponen el 30% de los ingresos de la Parroquia de San Carlos Borromeo. Además del sentimiento de pertenencia que eso supone, y de lo que se deriva de este gesto, el párroco anima a quienes aún no hayan dado el paso a que suscriban esas aportaciones periódicas, unas cantidades que llevan implícita una destacable deducción fiscal.
A su juicio, el éxito de esta iniciativa económica se debe a dos factores. Por un lado, “hay un proyecto común”, que se concreta en que “hay que pagar el préstamo con el que financiamos la construcción del complejo parroquial”. Por otra parte, subraya la transparencia que preside toda la gestión económica en la parroquia: “Los fieles siempre saben cuánto dinero se ingresa, en concepto de qué y en que se gasta. Esto –añade- es fundamental”.