El sepulcro vacío
El Domingo de Resurrección se leyó el Evangelio de Juan 20,1-9, que describe el momento en que María la Magdalena fue al sepulcro donde habían depositado al Señor, y viendo la losa quitada corrió a donde estaba Simón Pedro y otro discípulo, diciéndole que se había llevado el cuerpo del Señor. Ante la visión del sepulcro vacío entendieron la Escritura donde se manifestaba que habría de resucitar de entre los muertos. El momento que describe el evangelista es crucial para nuestra fe, donde se cumple todo y se muestra un camino de esperanza, hacia la vida eterna, y también da fuerza al mensaje esencial de Jesús, transformador de realidades. El momento esencial del sepulcro vacío y el reencuentro del Resucitado con sus discípulos aparece en todos los Evangelios Canónicos, describiéndolo de formas diferentes que completan la imagen del mismo. En Mateo 28, 1-20, se describe como María la Magdalena y la otra María ven como un ángel hizo rodar la piedra del sepulcro y les dijo que el Señor había resucitado de entre los muertos y les esperaba en Galilea. Encontraron los discípulos a Jesús Resucitado en Galilea, que les dijo, de acuerdo con el evangelista, “Id, pues, y reclutad discípulos entre todos los pueblos, bautizándolos en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que os he mandado. Y estad seguro de que estaré con vosotros hasta el final de la Historia”.
En Marcos 16, 1-18, se describe un suceso similar, donde María Magdalena, María la de Santiago y Salomé llegaron al sepulcro y lo vieron abierto. Allí, un ángel les dijo que Jesús había resucitado y os precede en Galilea. Se manifiesta que la primera aparición fue a María Magdalena y, posteriormente, a Once donde les indica que vayan por todo el mundo proclamando el Evangelio a toda la creación y les manifiesta una idea esencial como es que a los que hayan creído “impondrán las manos a los enfermos y se pondrán buenos”. En Lucas 24, 1-49 se describe la misma escena, donde el ángel le dice a María Magdalena, Juana y María la de Santiago, “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?” El Resucitado se muestra a los discípulos y les dice “La Paz sea con vosotros” y, posteriormente, les invita a que se predique la conversión y el perdón de los pecados para todas las naciones. En todos los Evangelios se muestra el encuentro del Resucitado con sus discípulos y el mensaje del Señor Resucitado de extender su mensaje al mundo para transformarlo de acuerdo con las ideas esenciales del mismo.
Como hemos indicado en las dos últimas contribuciones en este blog, consideramos que la imagen que da el mundo, podemos centrarnos en la injustificable invasión de Ucrania y los hechos insostenibles y alejados del diálogo colectivo y la buena política, como dice el Papa Francisco en Fratelli Tutti (2020), que la han rodeado en los últimos años y no la justifican por el daño que causa, así como con la visión de un mundo polarizado mantenido por la fuerza de las armas, o en los conflictos generalizados que existen, quizás alimentados con la venta de armas, en la que participa España sin que los gobiernos den cuenta de la trazabilidad de la ventas, que dicha imagen no es congruente con el mensaje de paz y amor, transformador, que el Resucitado invita a difundir al mundo. El Papa Francisco ha escrito un libro muy clarificador, El Cielo en la Tierra. Transformar el mundo (2021). Nos habla de la vida eterna y de la necesidad de colaborar para un mundo mejor, con mensajes como «Cada vez que la vida cristiana se ha difundido en la sociedad de un modo auténtico y libre, ha dejado siempre una huella de humanidad nueva en el mundo». El Resucitado pidió a sus discípulos exactamente esto, y los cristianos somos los discípulos ahora. El Papa Francisco pide una difusión del mensaje evangélico auténtica y libre, son profundas y clarificadoras palabras.
En la obra Vida de Jesucristo de Guiseppe Ricciotti, escrita en 1944, se realiza un detallado relato de los hechos que se muestran en los Evangelios. Nos dice el autor que es a María Magdalena a quien se muestra el Resucitado en primer lugar, a menos, dice Ricciotti, que “se hubiese aparecido ya a su madre, si bien los Evangelios no dicen nada de esta aparición”. Tras varias apariciones, dice el autor, “La Iglesia fundada por Jesús entraba pues en un nuevo periodo que se prolongaría hasta el fin del mundo”. En los tiempos del sepulcro vacío y la Ascensión, de acuerdo con Efesios, 5 y Colocenses 1, 18, citados por Ricciotti, “se cierra la historia del Cristo según la carne y comienza la del Cristo místico”. El mensaje de Jesús de Nazaret es invitado a ser difundido por la fuerza del Resucitado, momento culmen de la historia de Jesús, donde se cierra una realidad y una esperanza impregnada de amor a la humanidad. Escribía San Josemaría Escrivá de Balaguer, en su obra Es Cristo que pasa, de 1973, “Ser cristiano no es título de mera satisfacción personal: tiene nombre, sustancia, de misión”. La misión a la que invita el Resucitado. Remigio Vilariño Ugarte S.J., en su libro Vida de Nuestro Señor Jesucristo, de 1958, muestra un relato muy literario y bello, con numerosos detalles, de los hechos acaecidos en la Resurrección. Realmente merece la pena ser leído.
No queremos finalizar esta contribución sin hacer referencia a la obra Jesús de Nazaret, del Papa Emérito Benedicto XVI, escrita en 2011. Enfatiza el Papa Emérito la siguiente idea: “Si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación carece de sentido y nuestra fe lo mismo (I Corintios, 15, 14s)”. Nos manifiesta Benedicto XVI que San Pablo “resalta con estas palabras de manera tajante la importancia que tiene la fe en la resurrección de Jesucristo para el mensaje cristiano en su conjunto: es su fundamento”. Los hechos relacionados con la resurrección y el tiempo posterior hasta la Ascensión son relatados con gran profundidad y atractivo por el Papa Emérito en la obra citada. El sepulcro vacío es esencial para nuestra esencia de cristianos, y con él se inicia un camino de fe, esperanza y amor por el que el mundo debería caminar, un camino hacia la vida eterna y también a la transformación del mundo.
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