San Carlos de Borromeo dando la comunión a los apestados de Milán
Parroquia de San Nicolás de Bari, Sevilla
El día 4 de noviembre la Iglesia celebra la memoria de San Carlos Borromeo, arzobispo de Milán que destacó sobre todo por su dedicación y entrega a los más pobres y necesitados. Así nos lo muestra esta pintura que se encuentra en la Capilla Sacramental de la Parroquia sevillana de San Nicolás de Bari.
Entre 1576 y 1578 se desató en Milán una mortal epidemia de peste que dejó numerosos muertos y que llenó los hospitales de la ciudad de enfermos y moribundos. En esta dramática situación San Carlos, que había llegado a la ciudad en 1556, se dedicó en cuerpo y alma al cuidado y asistencia de todos los apestados, a los que no sólo asistió materialmente entregando la totalidad de sus recursos, sino que organizó la asistencia espiritual de los hospitalizados, acudiendo él mismo personalmente a confesar y dar la comunión a los enfermos.
Así se ve en esta pintura que fue donada a la Hermandad Sacramental en 1778 por el canónigo Carlos Villa y que representa a San Carlos Borromeo dando la comunión a los apestados de Milán. Es obra del artista sevillano Juan de Espinal (1714-1783), y puede fecharse hacia 1760.
Con gran dramatismo, la escena nos muestra al santo arzobispo a las afueras de la ciudad en el momento de dar el viático a un enfermo que está postrado a sus pies, acompañado de varios sacerdotes y un monaguillo sosteniendo un cirio. Hay que destacar que San Carlos aparece con las características con las que tradicionalmente se le ha representado, con facciones alargadas y nariz aguileña.
Completan la composición diferentes grupos de apestados y muertos que presentan expresiones llenas de patetismo, mientras que en el paisaje del fondo se muestran cómo son enterrados los infectados fallecidos. Espinal consigue transmitir el horror y la crudeza de la situación, reforzada por la oscuridad del cielo y por los colores apagados que el autor usa en los enfermos y sólo mitigada por la presencia del santo, del que destaca el color rojo de sus vestiduras episcopales, y de la hermosa figura de la madre con el niño pequeño en sus brazos que aparece a su izquierda, que añade una nota de ternura.
Hay que señalar que el centro exacto de la composición lo ocupa la Sagrada Forma que San Carlos sostiene en su mano derecha y que se dispone a dar al enfermo, y que se recorta sobre el fondo blanco que forman las vestiduras del sacerdote que ayuda al santo arzobispo, color blanco que contrasta fuertemente con las tonalidades oscuras del resto de la obra y que expresa el consuelo y la esperanza que la Eucaristía nos da en los momentos más complejos y difíciles de nuestra vida.
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