Virgen de Guadalupe, emperatriz de América
El acontecimiento guadalupano que comenzó con las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac en el año 1531, ha provocado —a lo largo de casi 500 años— un enorme abanico de manifestaciones de piedad popular y un sinnúmero de reacciones de fe en el pueblo cristiano, que han configurado, a lo largo de la historia, la riqueza extraordinaria de la devoción guadalupana, extendida ahora a prácticamente todo el mundo.
Una de esas expresiones populares es el rosario del amor guadalupano. “En este rosario es María quien nos guía a su amadísimo Hijo, Jesucristo, nuestro Señor. Ella es quien, en una perfecta inculturación del Evangelio, nos interioriza en cada uno de los más importantes puntos doctrinales de la Iglesia como son los sacramentos”, explica Carolina López, que parte de su vida y experiencia de fe se la debe a México, a su marido Fernando González-Jauregüi y, a la Virgen de Guadalupe, advocación mariana que la ha acompañado en su camino espiritual desde muy joven.
En este sentido, “en cada estación del rosario se conmemora un sacramento y, complementando estos siete sacramentos, se ha añadido un octavo; por ello el rosario del amor guadalupano cuenta con ocho misterios, este octavo ayuda a proclamar el modelo del octavo día, manifestación de la resurrección de Jesucristo, que es la Iglesia, sacramento de salvación”, explica.
Asimismo, “en cada una de estas estaciones-sacramento se enlazarán los momentos maravillosos del Nican Mopohua, documentos que narran este encuentro entre Dios y los hombres por medio de Santa María de Guadalupe”.
La espiritualidad guadalupana es interiorizada y difundida por López – Marcos con profunda devoción. “Mi Evangelio es vivido a través de María. El mensaje de la Virgen de Guadalupe sigue vigente en la actualidad, pidiéndonos conversión y aceptación de Cristo en nuestros corazones”. Hace casi cuatro años Carolina propuso rezar los días 12 de cada mes el rosario guadalupano en algunas parroquias de Sevilla, oración que se atribuye a monseñor Eduardo Chávez Sánchez, postulador de la causa de canonización de san Juan Diego.
Imagen: Virgen de Guadalupe. Parroquia de Nuestra Señora de la O.