Mons. Saiz: “Tener por madre a María Inmaculada es un don inmenso”
La Catedral de Sevilla acogió un año más la celebración de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, “la fiesta de Adviento por excelencia”, expresó monseñor José Ángel Saiz Meneses, arzobispo hispalense, durante su homilía.
A la ceremonia asistieron sacerdotes, miembros del Cabildo Metropolitano, de la vida consagrada, de la Asociación de la Virgen de los Reyes y San Fernando, hermanos y hermanas del pueblo de Dios.
“Después del pecado original – reflexionó mons. Saiz – Dios se dirige a la serpiente, que representa a Satanás, la maldice y añade una promesa: Pongo hostilidad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y su descendencia: esta te aplastará la cabeza cuando tu la hieras en el talón».
María, nueva Eva
En esta línea, “tener por madre a María Inmaculada es un don inmenso, que Jesús nos hace desde la cruz, una inmensa alegría. Cada vez que experimentamos nuestra fragilidad y la sugestión del mal, podemos dirigirnos a ella, y nuestro corazón recibe luz y consuelo”. Incluso, añadió “en las pruebas de la vida, en las tempestades que hacen vacilar la fe y la esperanza, pensemos que somos sus hijos y que las raíces de nuestra existencia se hunden en la gracia infinita de Dios”.
Don José Ángel ha referido que “María es la nueva Eva, la verdadera madre de todos los vivientes, de quienes por la fe en Cristo reciben la vida eterna”.
Por tanto, “también a nosotros se nos ha otorgado la «plenitud de la gracia» que debe resplandecer en nuestra vida, porque el Padre de nuestro Señor Jesucristo nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, nos eligió para que fuésemos santos e intachables, y nos ha destinado por medio de Jesucristo a ser sus hijos”.
De esta manera, “esta filiación la recibimos por medio de la Iglesia, en el día del Bautismo. Al contemplarla, reconocemos la altura y la belleza del proyecto de Dios para todo hombre: ser santos e irreprochables en el amor, a imagen de Dios”.
Finalmente, el arzobispo de Sevilla exhortó a dar gracias a Dios por este signo maravilloso de su bondad, “encomendemos a la Virgen Inmaculada a cada uno de nosotros, a nuestras familias y comunidades, a toda la Iglesia y al mundo entero”.