El cuadro ‘María Magdalena como melancolía’ regresa a la Catedral de Sevilla tras restauración en el Museo del Prado
Durante estos meses y coincidiendo con el 400 aniversario de su ejecución, se ha llevado a cabo una intervención en la pintura María Magdalena como melancolía, atribuida a la artista italiana Artemisia Gentileschi. Los trabajos han sido realizados en los talleres del Museo Nacional del Prado por la restauradora Almudena Sánchez. Esta restauración ha permitido recuperar su aspecto original tal y como fue concebida ya que la composición fue alterada en fecha desconocida y transformada al añadir elementos ajenos a la obra y a la intención de la artista.
Esta pintura ha sido atribuida hasta la fecha a la pintora italiana Artemisia Gentileschi (1593 – 1653), quien siguió la trayectoria estilística de Caravaggio y redescubierta cuatro siglos después, despertando un gran interés al convertirse en un modelo en contra de las injusticias por causa de su condición como mujer.
La obra representa a María Magdalena recostada en un sillón con una gran delicadeza en sus formas elegantes y vestida al hábito del siglo XVII, y ocupa casi toda la superficie de la obra. Al fondo, únicamente aparece una cortina entreabierta en tonos rojizos. Presenta un rostro dulce y melancólico destacando unos ojos hinchados y párpados enrojecidos. Junto a él se representa el frasco de perfumes con que ungió el cuerpo de Jesús. La técnica es claramente tenebrista siguiendo la moda italiana iniciada por Caravaggio, pintor contemporáneo de Artemisia Gentileschi. El contraste fuerte entre luz y sombra le aporta un mayor dramatismo y llama la atención del espectador, donde predominan los tonos dorados y cálidos.
Artemisia nació en Roma el 8 de julio de 1593, hija del reconocido pintor Orazio Gentileschi. A temprana edad entró a trabajar en el taller de su padre, y su extraordinario ingenio la hizo destacar en el panorama italiano de la primera mitad del siglo XVII. Terminó sus días en Nápoles, entonces territorio español, donde conocería a don Fernando Afán de Ribera y Téllez-Girón (1583-1637), III duque de Alcalá de los Gazules, virrey de Nápoles.
Diversas investigaciones contemplan que la pintura llegó a la Catedral procedente de la Casa de Pilatos, donde el virrey de Nápoles custodiaba un importante fondo artístico. Tras su muerte su patrimonio se dispersó en gran parte y la pintura acabó en la catedral de Sevilla donde hoy se expone en la sala de exposiciones del Pabellón Neoclásico anexa a la entrada por la Puerta del Príncipe.