La Vicaría episcopal para la Pastoral Social reflexiona sobre la misión de la Iglesia con los migrantes
Con el fin de buscar caminos para ofrecer espacios de acogida, el pasado sábado 28 de enero, se celebró el III Encuentro Diocesano de Migraciones. La jornada, organizada por la Vicaría episcopal para la Pastoral Social, que integra a la Delegación Diocesana de Migraciones, tuvo lugar en el Colegio Bienaventurada Virgen María y su objetivo fue profundizar en la reflexión sobre la misión de la Iglesia respecto a los migrantes.
El encuentro contó con la participación de Alberto Ares, s.j. quien impartió una ponencia titulada “Hospitalidad frente a la hostilidad”, donde ofreció algunas pautas para hacer posible y viable la acogida a nuestros hermanos migrantes”.
Mesas de experiencias
Seguidamente se presentaron experiencias reales de acogida que animaron a dar el paso dentro de las comunidades cristianas. Entre ellas el Proyecto Mambré; una iniciativa de convivencia entre personas españolas –ligadas a las Comunidades de Vida Cristiana CVX– y jóvenes migrantes.
Asimismo, las religiosas de la Bienaventurada Virgen María, anfitrionas del encuentro, presentaron el proyecto que están acogiendo en sus comunidades y que busca también dar una respuesta sencilla pero meditada a la realidad de las mujeres migrantes.
Por último, dos miembros de la Diócesis de Cádiz-Ceuta compartieron su amplia experiencia de acogida en una zona de frontera como el Estrecho de Gibraltar, las dificultades y las ilusiones en su labor y la experiencia concreta de los sacerdotes scalabrinianos, que optaron por hacer una comunidad intercultural en Algeciras para trabajar con las personas migrantes que allí viven.
Creando redes
Una jornada de reflexión en la que los participantes pudieron compartir inquietudes y experiencias con personas de diferentes comunidades y proyectos, “creando redes y dando fundamento a la convicción profunda de que el futuro solo se puede construir con las personas migrantes y refugiadas, que nos ofrecen la oportunidad de vivir ese espíritu de Pentecostés que no distingue razas, religiones ni nacionalidades y nos ayuda a encontrarnos como verdadera familia de Dios”, reflexionó el vicario episcopal para la Pastoral Social, Salvador Diánez.