Nuestra Señora de las Nieves. Parroquia de Santa María la Blanca (Los Palacios y Villafranca)
El próximo 12 de octubre, nuestro arzobispo, don José Ángel Saiz Meneses, coronará canónicamente a Nuestra Señora de las Nieves, patrona de Los Palacios y Villafranca, alcaldesa honoraria y en perpetuidad.
El origen de la devoción de la Virgen de las Nieves en la villa de Los Palacios se remonta a mediados del siglo XV, más concretamente a 1440, cuando el segundo conde de Arcos, don Juan Ponce de León, mandó reedificar el templo parroquial, bajo el título de Santa María la Blanca, advocación predilecta de este linaje nobiliario. Ya hay constancia en 1530, de una imagen de la Virgen en el altar mayor, por legados testamentarios, que se ocupaban de su ornato y decoro. Esta imagen que presidía el templo parroquial, reinaba espiritualmente en su feligresía que estaba conformada por los vecinos de las dos villas que componían nuestro actual municipio, por aquella época separadas. Esta imagen tardogótica permanecía en dicho joyel en el siglo XVII, como se desprende de la descripción del Visitador en una visita pastoral de 1699. Coincidiendo con el estreno de las obras del actual templo en 1796, la imagen se adaptó a los gustos de la época, convirtiéndose en una imagen de candelero, con unas manos y brazos articulados, para ser vestida. Esto lo atestigua un pago, en un libro de asiento parroquial, por el transporte a Sevilla para dicho trabajo. En 1809 la devota y feligresa doña María Noguera, regala la imagen del Divino Niño que la Virgen porta en sus brazos. Como lo recoge un permiso para ampliar el camarín, donde se hallaba la imagen. El Infante puede atribuirse, por sus características estilísticas, al artista genovés afincado en Sevilla Juan Bautista Patrone. Pudiéndose incluso elucubrar con que la intervención de la imagen de 1796 pudiera ser del mismo imaginero, ya que las manos actuales de la imagen presentan similitud con otras del artista. No será hasta 1864, cuando la imagen de la Virgen tenga su fisonomía actual. En ese año, coincidiendo con las obras de readaptación del retablo mayor, la imagen de la Patrona se trasladó a la capital hispalense para ser intervenida. Esta intervención venía justificada por desperfectos en las manos y en el rostro, seguramente debida a su antigüedad y a las tareas de vestir. De esta forma, la autoridad eclesiástica autorizó su traslado al taller del imaginero Gabriel de Astorga y Miranda. Como bien documentara nuestro historiador y archivero local Julio Mayo Rodríguez. El resultado fue una imagen de candelero, de un tamaño algo mayor de lo académico (1,14 m), de gran finura y elegancia. Su rostro presenta una policromía nacarada, con un semblante sereno, boca pequeña, nariz fina, cejas finas y ojos de cristal. La cabeza con una leve inclinación hacia el lado izquierdo, sobre cuya mano nos presenta a nuestro Redentor, portando en la otra su cetro de reina. El próximo 12 de octubre “el pueblo será su corona”. Me gustaría agradecer a Julio Mayo Rodríguez, la gentileza de cederme los innumerables artículos publicados, sin los que no habría podido componer este artículo.
Evaristo Bobillo Fernández,
licenciado en Historia del Arte y colaborador de la Delegación diocesana de Medios de Comunicación
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