Carta pastoral con motivo de la jornada de Apostolado del Mar (5 de octubre de 2008)
En nuestro navegar hacia el mar, esta año celebramos el encuentro anuela de apostolado del mar, en Alcolea del Río. Ciudad de asentamientos antiguos junto al Guadalquivir.
Nuestro encuentro, en la jornada del apostolado del mar, no tiene otro sentido que el celebrar la fe cristiana, la cual debe llegar a todos los ámbitos sociales y culturales. Sin imponer a nadie nuestros convencimientos religiosos, pero ofreciendo lo que el Señor ha querido que forme parte de nuestra propia vida, y de lo que tenemos que hacer partícipes a los demás.
Este adentrarse en el mar, a través del río, tiene una profunda significación religiosa: vamos caminando por este mundo hacia el encuentro con el Señor. Pero hemos de hacerlo de una manera activa y testimonial. Trabajando con todo aquello que de Dios hemos recibido, para que los hombres y mujeres del mundo puedan gozar en paz de todo lo que Dios padre quiere para sus hijos, que no es otra cosa que el bienestar, el amor fraterno y la esperanza en la providencia del Señor.
Y dando testimonio de todo ello, con nuestra fe cristiana, que no puede esconderse en el ámbito de lo estrictamente privado, pues tenemos que ofrecer visiblemente nuestra fe. No con actitud orgullosa, sino con la responsabilidad de ser testigos de Jesucristo ante el mundo.
Esta jornada del apostolado del mar, nos sitúa, en alguna manera, junto a todos aquellos que tienen su trabajo y su familia vinculados al mar.
Trataremos de conocer la situación, interesarnos por sus problemas, pedir a Dios que los proteja y les guarde siempre.
¡Ríos y mares, bendecid al Señor¡ Así cantaremos con los salmos. Queremos que la creación entera alabe a Dios. Es en este reconocimiento al Creador, desde el cual la Iglesia promueve una auténtica ecología de protección y cuidado de la naturaleza.
Una vez más, felicito a la Delegación Diocesana de Apostolado del Mar, y a su delegado, don Álvaro Dorado Quesada, por llevarnos cada año junto a la orilla del río y celebrar allí la bondad creadora de Dios.
Con mi bendición.
+ Carlos, Cardenal Amigo Vallejo
Arzobispo de Sevilla