La Delegación de Familia y Vida celebró un retiro para personas separadas y divorciadas
La Delegación Diocesana de Familia y Vida, a través del proyecto Un amor que no termina celebró el pasado 4 de noviembre, un retiro dirigido a personas separadas y divorciadas no vueltas a casar ni convivientes.
Al encuentro celebrado en la Parroquia San Juan Pablo II, de Dos Hermanas, asistieron 40 personas de Sevilla capital y provincia. La jornada contó con charlas formativas. La primera, a cargo del sacerdote Mario Ramos, director espiritual del proyecto Un amor que no termina, titulada ‘Cómo puede ayudar la gracia sacramental del matrimonio a los esposos separados’.
Seguidamente, el vicario judicial del Tribunal Interdiocesano de Sevilla, José María Losada abordó ‘El proceso de nulidad en la Iglesia Católica’. Los participantes compartieron experiencias en mesas de trabajo. El encuentro finalizó con la celebración eucarística.
Adoraciones mensuales
Desde la Delegación Diocesana de Familia y Vida recuerdan que los primeros sábados de mes, la Parroquia San Juan Pablo II acoge una adoración eucarística para orar por las dificultades en el matrimonio y en la vida familiar. Para más información escribir al correo p.familiar@archisevilla.org o contactar a través del teléfono 670 602 357
Sobre el proyecto Un amor que no termina
La Pastoral Familiar de la Archidiócesis de Sevilla, ante la detección de cada vez más demandas de divorcio y separaciones entre los matrimonios, puso en marcha hace un par de años un proyecto dirigido a acompañar a personas separadas y divorciadas no vueltas a casar ni convivientes, denominado ‘Un amor que no termina’.
Según explican fuentes de la Delegación diocesana de Familia y Vida, “la atención pastoral de las personas separadas no casadas de nuevo, así como los divorciados civilmente y no casados de nuevo, es originada por situaciones de dificultad matrimonial que presentan elementos concretos y por consiguiente deben tener un tratamiento específico”.
De esta forma, con esta propuesta pastoral se pretende que puedan experimentar la mano cercana de la Iglesia, y ofrecer cauces para que “descubran que Dios no les ha olvidado, sino que se hace especialmente presente en su situación, invitándolos a transformar esta nueva etapa en un motivo de crecimiento en su camino de santidad”.