«No tengáis miedo»- Carta pastoral de Monseñor Saiz Meneses a los jóvenes
A los Jóvenes y a todo el Pueblo de Dios que peregrina en Sevilla
En mi primera carta pastoral como Arzobispo de Sevilla, —Mira, hago nuevas todas las cosas—, señalaba que la misión ad gentes se lleva a cabo en diferentes ámbitos, ya sean los territoriales, en fenómenos sociales nuevos, o también en áreas culturales o areópagos modernos. De los múltiples ámbitos en los que hoy estamos llamados a ser nuevos misioneros, invité a profundizar en cuatro: el mundo de los jóvenes, las situaciones de pobreza, el areópago de la cultura y el mundo de la comunicación.
La reciente Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa nos ha situado frente a la realidad de los jóvenes, de su presente y de su futuro. Es preciso que lo hagamos con actitud de escucha, tanto de sus deseos y aspiraciones como de sus críticas y lamentos; atentos, sobre todo, a sus necesidades. La finalidad de la Pastoral con Jóvenes, lo hemos repetido en múltiples ocasiones, es propiciar en el joven un encuentro con Cristo que transforme su vida, que le cambie el corazón, porque ese encuentro con Cristo le llevará a una experiencia de Iglesia, de pertenencia a una gran familia, y también a vivir su compromiso cristiano en medio del mundo. Tenemos que confiar en los jóvenes, ayudarles a sentirse miembros de la Iglesia, protagonistas de la misión evangelizadora, artífices de la renovación de la sociedad.
Por eso, quiero dedicar esta carta pastoral a los jóvenes, que, a primera vista, tienen una percepción de la Iglesia con sentimientos encontrados. Unos la ven como algo propio de personas mayores; otros, como fuente de prohibiciones y alejada de sus problemas y de la forma de pensar mayoritaria en la sociedad. Y también hay jóvenes que descubren una Iglesia que está a su lado, que da sentido a sus vidas y que realiza un esfuerzo generoso y desinteresado por los más pobres y excluidos de la sociedad; por eso muchos jóvenes se implican en las actividades que la Iglesia organiza.
Si en algo ha insistido el papa Francisco a los jóvenes ha sido en que no tengan miedo. Continúa un camino iniciado por san Juan Pablo II en el comienzo de su pontificado: «¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!» Una exhortación que también repitió el papa Benedicto en múltiples ocasiones a los jóvenes, por ejemplo, en la Vigilia de Cuatro Vientos, en la JMJ de Madrid: «No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad». El papa Francisco insiste también muy a menudo en esta actitud, y finalizó la homilía de la Santa Misa del envío de la JMJ de Lisboa con estas preciosas palabras:
«A ustedes, jóvenes, que quieren cambiar el mundo, y está bien que quieran cambiar el mundo y que quieran luchar por la justicia y la paz; a ustedes, jóvenes, que le ponen ganas y creatividad a la vida, pero que les parece que no es suficiente; a ustedes, jóvenes, que la Iglesia y el mundo necesitan como la tierra, necesita la lluvia; a ustedes, jóvenes, que son el presente y el futuro; sí, precisamente a ustedes, jóvenes, Jesús hoy les dice: “No tengan miedo”. “No tengan miedo”».
Al comenzar un nuevo Adviento me gustaría hacer esta reflexión para los jóvenes y con los jóvenes. En la primera parte vamos a analizar la realidad de los jóvenes y su situación actual, desde una perspectiva muy repetida por todos, a saber, que son el presente y el futuro de la Iglesia y del mundo. En la segunda parte, recordaremos los fundamentos sobre los que construir la vida en relación con Dios, con uno mismo, con los demás y con la creación; por último, señalaremos algunas perspectivas de futuro.