CONFER | Hijas de la Caridad
Un día miré a mi alrededor y descubrí historias llenas de amor. Al querer andar por las veredas del pasado casi me pierdo por los caminos de la historia, pero, descubrí que vivimos desde el convencimiento de que estas historias han sido acompañadas de la Providencia que ha querido que mujeres entregadas a Dios salieran a servir a sus preferidos, los pobres, en estas tierras sevillanas. Hijas de la Caridad de ayer y de hoy, que salimos al encuentro del que está en necesidad, porque Cristo está allí presente. Así, el Amor de Dios ha ido llegando a miles de vidas servidas y atendidas, miles de rostros de Cristo sufriente ¿Dónde está el origen? Todo comienza en París en 1633, o quizá antes cuando en 1623 Santa Luisa recibe “la Luz de Pentecostés”, pero aquí en nuestra Sevilla todo se inicia en 1836 con la llegada de las Hijas de la Caridad a la Inclusa. Al poco, en 1840, las envían al servicio de los enfermos en el Hospital General o Central. Una constante lluvia de bienestar va llegando a Sevilla, ahora es el Hospital de la Santa Caridad, anteriormente llamado Real Hospital de San Jorge Extramuros, quien recibe a las Hijas de la Caridad en 1842. Historias de entrega al cuidado de enfermos incurables y transeúntes sin recursos. Ese mismo año se hacen cargo del Hospicio de Santa Isabel.
En 1847, son llamadas al Hogar Virgen de los Reyes, cuyo antiguo nombre era Asilo de Mendicidad San Fernando, allí miles de niños y niñas aprendieron un oficio antes de abandonar el Centro. Historias de promoción, de educación, de “cariño de madres”, de sufrimiento, cuando la vida no da oportunidades o la enfermedad deja vidas truncadas. En los caminos providentes de Dios, las Hijas de la Caridad son llamadas al Real Hospital de San Lázaro en 1864 para atender enfermos, mayoritariamente a mujeres afectadas de tuberculosis… Algo más que un hospital era la casa de estas enfermas y sus hijos. Vidas entrelazadas por la enfermedad y la atención sanitaria de aquellas mujeres sencillas que entregaban sus vidas en el servicio a Cristo en el pobre.
Llega 1878 y las Hijas de la Caridad se hacen cargo del Colegio Luisa de Marillac, las conocidas Escuelas Católicas de la Purísima, donde las niñas son educadas con mucho esfuerzo y cariño por parte de las Hermanas. Las Hijas de la Caridad siguen al Dios providente, y así, surge la Primera Cocina Económica de San Vicente de Paúl en el Pumarejo al que poco después acompañó la Escuela de Nuestra Señora de la Esperanza. En 1946 nacerá, también aquí, una residencia para personas mayores.
En 1898 llegan las Hijas de la Caridad al Hospital Psiquiátrico, un mundo diferente lleno de historias entrañables de enfermedad mental, personas cuidadas por valientes mujeres, sencillas y humildes. En 1901 atienden las Escuelas de Santa M.ª la Blanca y años después, en 1903, se responsabilizarán del Protectorado de la infancia donde siempre se cuidan las necesidades corporales y las espirituales de los hijos de los obreros. También se harán cargo del colegio San José. Poco tiempo transcurre y se comienza la creación de una escuela para las niñas de Triana y un Comedor, una cocina económica, que alivie las necesidades de la época, las necesidades de nuestros Señores, los pobres. Aquella pequeña escuela pasó a ser el Colegio Nuestra Señora del Rosario. Será en 1908 cuando se comience a atender la pastoral penitenciaria.
En 1920 se comienza la asistencia sanitaria en la Cruz Roja, el hospital dispensario Victoria Eugenia, y poco después se harán cargo del Hospital militar, en 1923, en sus diferentes ubicaciones: primero en un ala del Hospital Central o de Las Cinco Llagas, y posteriormente será Vigil de Quiñones. Todas las necesidades las convocan, pero el sufrimiento de los niños marca su alma sencilla y humilde, y así nace en 1925 la Asociación Sevillana San Cayetano para atender a los párvulos con calidad y esmero. El 1927, las esperan los enfermos en el Hospital-dispensario Infanta Luisa. En 1940 se hacen cargo de la Fundación Yanduri donde era central la promoción de la mujer. Ese mismo año su atención se vuelca hacia la Maternidad Sagrada Familia. Se amplía la atención en el campo sanitario con el Equipo Quirúrgico y la Residencia Quirúrgica. En 1950 atenderán la Residencia del Carmen. Un largo itinerario por dispensarios y hospitales: en 1955 el Asilo San jerónimo, y la Casa San Vicente, así como el Hospital de Aviación.
En el campo de la enseñanza tambien hay muchos alumnos a quienes acompañar en sus necesidades y en su crecimiento en la fe, por ello, acudirán en 1967 al Colegio San Luis Gonzaga y en 1969 nacerá el Centro Cultural Virgen Milagrosa. En 1970 se erige la nueva casa Provincial, que durante años había estado en Triana, ahora se traslada a la Calle El Real de la Jara donde permanece en la actualidad, con mirada atenta a la realidad, escuchando el clamor de los pobres. En 1972 atenderán el Hospital San Pablo y en 1976, la escuela de A.T.S. En 1988 se abrirá la Comunidad Labouré desde donde se cuida la vida parroquial y un pequeño dispensario. En 1991 será el ámbito de la drogodependencia el que las atraiga, una nueva pobreza dura y dañina, y así nace la Casa de Acogida Torreblanca.
Los tiempos cambian y la atención a los menores se modifica y en 1993 nace el Piso Hogar Virgen Milagrosa. En 1997 se harán cargo del Centro de acogida Miguel de Mañara para los que sufren el sinhogarismo. Al mismo tiempo que se da este largo proceso de atención a las necesidades de las personas de Sevilla capital se suceden, tambien en la provincia, numerosas obras para atender otras realidades. Así, se establecen las Hijas de la Caridad en Marchena, Écija, Carmona, Morón de la Frontera, Lebrija, Dos Hermanas, Alcalá de Guadaíra, Umbrete, Montellano, Utrera, El Coronil, Peñaflor, Estepa, Cazalla, La Puebla de los Infantes, Bollullos de la Mitación…
Hoy, muchas de estas Obras no existen o no hay Comunidades en ellas. Hoy, nuestra presencia silenciosa, sencilla y humilde, agradece a tantas Hijas de la Caridad que se lanzaron a socorrer las vidas de tantas y tantas personas. En la actualidad podemos decir con el salmista “El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad” (Sal 16 (15)). Somos herederas de un Carisma precioso, porque son los preferidos del Señor a quienes servimos, ¿no sientes que ardía tu corazón al escuchar? Mira a tu alrededor y sigue haciendo camino, porque en las veredas de la Historia Dios sigue haciendo camino con nosotros. ¿Te atreves a decir conmigo ¡Aquí estoy Señor!?
Sor Mª Purificación Fernández Quijada
Hija de la Caridad