LA PRUDENCIA, UNA OBLIGACIÓN Carta pastoral con motivo de la Jornada de Apostolado de la Carretera (25-10-09)
Viene siendo habitual últimamente que, al dar noticia de los accidentes de tráfico, se haga referencia a la disminución del número de personas fallecidas, lo cual es motivo de esperanza y para felicitar a los conductores, a los agentes de la circulación y a las autoridades responsables de la ordenación del tráfico.
Esos datos positivos indican que la mejora es posible y, si se puede, no cabe duda que estamos ante una verdadera obligación: la de ser cada día más responsables. El Papa Benedicto XVI se refería este verano a los numerosos y graves accidentes en la carretera y decía que no debemos habituarnos a esta triste realidad, pues aunque el número haya descendido, siempre se trata del precioso bien de la vida humana y, por tanto, es completamente indigno del hombre el morir o quedarse inválido por causas que, en la mayor parte de los casos, se podrían haber evitado. Hace falta un mayor sentido de responsabilidad.
La responsabilidad, el buen conocimiento y la obediencia a las normas de tráfico, la prudencia y una indispensable conducta ciudadana son algo imprescindible. No solamente se trata de prevenir los accidentes, sino de buscar el bien común y hacer más grata la actividad en la carretera.
Como cristianos, tenemos que añadir un indispensable sentido moral de nuestras acciones. No solo se trata de evitar el mal, sino de promover aquellas acciones positivas que ayuden a mejorar el comportamiento de todos los usuarios. Este es nuestro apostolado en la carretera. El testimonio cristiano también debe aparecer en todo lo que se refiere al tráfico.
Pedimos a Dios que nos guíe siempre con su luz, para saber utilizar esos bienes que favorece la comunicación y son una ayuda tanto para el trabajo como para el descanso.
Con mi bendición,
? Carlos, Cardenal Amigo Vallejo, Arzobispo de Sevilla