Los retablos de mármol del crucero de la Iglesia del Sagrario de la Catedral de Sevilla (II)
Estamos presentando los retablos marmóreos que se encuentran en el crucero de la recién restaurada iglesia del Sagrario de la Catedral de Sevilla, ambos diseñados por el platero Tomás Sánchez Reciente, esculpidos por Manuel Gómez y que presentan esculturas debidas al magnífico artista portugués Cayetano de Acosta.
El retablo que ocupa el testero del crucero en la nave de la Epístola presenta idéntico esquema que el de la nave del Evangelio, estando en esta ocasión presidido por una magnífica imagen en madera policromada de la Virgen de la Misericordia, advocación que se indica en la cartela que se encuentra sobre la escultura, obra de Cayetano de Acosta quien concibe a la Madre de Dios acunando al Niño Jesús en su brazo izquierdo mientras en su mano derecha porta un cetro, atributo de su realeza. De gran monumentalidad y belleza, la Virgen aparece de pie sobre una nube completamente abarrotada de ángeles que presentan diferentes posturas y rostros de expresión alegre, y que dotan de gran movilidad al conjunto. Como señala el ya citado investigador Francisco de Paula Cuéllar, es evidente la relación de esta obra con la también monumental Inmaculada Mater Inviolata que Acosta realiza en 1776 y que preside la capilla del Palacio Arzobispal de Sevilla, con la que comparte no sólo la monumentalidad, sino también la belleza, la delicadeza del modelado, así como la nube llena de ángeles.
Flanquean a la imagen mariana de nuestro retablo las esculturas en mármol de los arcángeles, encontrándonos a San Gabriel en la hornacina de la izquierda y en la de la derecha a San Rafael, revestido con una esclavina llena de conchas de peregrino, mientras que San Miguel ocupa la hornacina del ático, vistiendo coraza y con casco de plumas en la cabeza, así como blandiendo una cruz a modo de estandarte victorioso. Según Alfredo Morales, esta escultura debió servir de inspiración para el Arcángel San Miguel que pintara Juan de Espinal entre 1776 y 1781, y que se conserva en el Palacio Arzobispal hispalense, exponiéndose en el Museo de Bellas Artes de nuestra ciudad el boceto.
En la hornacina del banco del retablo encontramos una devota imagen del Niño Jesús Pasionario, sentado en una piedra y recostado en una columna a cuyos pies se distingue una calavera. Esta obra procede de la donación de fray Pedro de Tapia, no conociéndose su autor, si bien debe tratarse, como apuntan Emilio Gómez Piñol y Mª Isabel Gómez González, de un buen escultor de escuela castellana.
Una vez terminados ambos retablos, en 1752 se decide añadir unos arbotantes en el mismo material, obra que realizará al año siguiente el maestro cantero gaditano Joaquín García. Se completan así estas dos magníficas obras que serán inauguradas con una solemne función religiosa el 5 de agosto de 1754.
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