Vocación y compromiso: Fernando Martín y su camino al sacerdocio

Vocación y compromiso: Fernando Martín y su camino al sacerdocio

Con 28 años, natural de Jerez de la Frontera (Cádiz), Fernando Martín se ordenará sacerdote el sábado 15 de junio en la Catedral a las once de la mañana, en una ceremonia oficiada por monseñor José Ángel Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla. Es diácono desde hace casi un año, desempeñando su ministerio en Estepa, y colabora también con la Delegación Diocesana de Pastoral Vocacional. Ante su inminente ordenación sacerdotal confiesa sentirse “mimado” por Dios.

Tras su ordenación diaconal, ¿cómo ha vivido su ministerio? ¿Dónde ejerce el diaconado actualmente?

El pasado mes de septiembre de 2023, tras mi ordenación diaconal, fui enviado por el arzobispo a servir a la Parroquia de Santa María y San Sebastián de Estepa. Igualmente, desde el Seminario se me solicitó que colaborase en la Delegación Diocesana de Pastoral Vocacional. Pero lo cierto es que mi labor fundamental ha estado centrada en la parroquia, colaborando con su párroco, Ginés González, en todo lo que se me ha solicitado. No puedo menos que expresar que me he sentido mimado por Dios, al haber podido vivir esta etapa de mi vida en una parroquia modélica, con una feligresía entusiasta y comprometida, y un sacerdote absolutamente fuera de serie. Reconozco que he disfrutado muchísimo de sentirme parte de una comunidad cristiana tan viva y acogedora, a la vez que me he sentido conmovido por el interpelante testimonio de celo pastoral de Ginés.

«El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús», escribió el santo cura de Ars. ¿Cómo propicia que los demás se enamoren también de Jesús en la Eucaristía?

No se me ocurre otra forma que siendo uno mismo un auténtico enamorado de la Eucaristía. Quizás es hora de que hagamos vida de forma tangible aquello que dice Lumen Gentium: “La Eucaristía es fuente y culmen de nuestras vidas”. Esto no es teoría, estamos llamados a “eucaristizar” nuestra existencia, conscientes de que Dios nos pide poner sobre el altar todo cuanto somos, prolongando así la entrega de Cristo en la cruz; y en continua acción de gracias al Padre por todo lo que de Él hemos recibido.

¿Cómo se siente ahora que sabe que pronto recibirá la ordenación sacerdotal y participará del sacerdocio de Cristo?

Desde antes de recibir la ordenación diaconal he sido muy consciente de que la vocación es un misterio que nos desborda, ante el cuál uno se siente agradecido al Señor, pero también abrumado por el don que Dios te confía. Vivo este momento, en el que la Iglesia me pide dar un nuevo paso, con la misma ilusión y entusiasmo con el que he vivido el diaconado; a la par que acojo con alegría, pero también con sobrecogimiento, el ministerio que se me va a confiar.

¿Cómo suele motivar a orar por los sacerdotes y por las vocacionales sacerdotales?

Yo creo de verdad en el poder de la oración. Por eso, cuando alguna persona me expresa su preocupación por la escasez de vocaciones al sacerdocio, siempre les digo que lo mejor que podemos hacer es rezar: no es mera retórica. De modo análogo, me refiero a los sacerdotes. Ciertamente, vivimos tiempos difíciles, por lo que orar por los sacerdotes – y por aquellos que vamos camino de serlo -, con nuestra confianza puesta en Dios, es el mejor “antídoto” contra cualquier atisbo de crisis. ¡Necesitamos más que nunca la oración del santo pueblo fiel de Dios por los sacerdotes!

¿Cuál es su oración de gratitud al Señor por su llamado a la vida sacerdotal?

Decía anteriormente que uno se siente desbordado por la gran misericordia que ha tenido el Señor escogiéndote y llamándote. Por ello, no puedo menos que dar infinitas gracias al Dios de la vida por haberme pedido ser su sacerdote. Y deseo ardiente seguir dándole gracias siempre; especialmente, en esos días en los que todo parece que se pone “cuesta arriba”. Entonces querría que mi agradecimiento fuera aún más entusiasta.

¿Cuáles piensa que pueden ser los pilares que sostendrán su ministerio sacerdotal y por qué?

Desde luego, es evidente que una vida sacerdotal no se sostiene sin un firme enraizamiento en Dios. Solo Él puede dar sentido a nuestra existencia. Por ello, es clave cuidar con esmero la vida espiritual, dedicando tiempo de calidad a la oración y confrontando con un buen acompañante las mociones espirituales que experimentamos. También es fundamental tener un buen equilibrio humano y psicoafectivo, en lo cual, tiene un papel destacadísimo la familia y los amigos (tantos laicos como sacerdotes). Y, aunque en un segundo plano, no conviene olvidar la importancia de cuidar nuestra salud física, pese a que tendemos a descuidarla.

¿Por qué valdría la pena (o la vida) decir “sí” al Señor ante la llamada al sacerdocio?

Vale la pena porque Dios nunca te va a pedir nada que no sea un camino para hacerte feliz en el que te sientas realizado como ser humano. A veces, se transmiten excesivamente las renuncias que implica ser sacerdote, pero no se enfatiza tanto que ser sacerdote no implica renunciar a nada de lo bueno que Dios ha creado, sino que es una llamada a vivirlo todo con autenticidad, cumpliendo la vocación para la que fuimos creados. Como nos dijo el papa Benedicto XVI – recordando a San Juan Pablo II – en la misa de inicio de su pontificado, «quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella y grande». Y continúa diciendo: «Él no quita nada, y lo da todo».

Primera Misa de Fernando Martín

 16 de junio, a las 12 h, en la capilla del Seminario Metropolitano de Sevilla.

“No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz” (Jn 1,8).

 


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