Experiencias juveniles de verano
Los meses de julio y agosto son especialmente fecundos para las Delegaciones Diocesanas de Pastoral Juvenil, Universitaria y Vocacional. Durante este período estival ofrecen a los jóvenes de las diócesis llamativas propuestas de peregrinaciones, misiones y encuentros que se concretan en el crecimiento espiritual, comunitario y en el acercamiento a distintas realidades eclesiales.
La última semana de julio, más de 70 jóvenes de parroquias, movimientos, hermandades y asociaciones, con el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, a la cabeza, emprendieron una peregrinación a Javier (Navarra). Durante esa semana, tuvieron la oportunidad de orar, discernir y contemplar, según el método ignaciano, participando diariamente de la Eucaristía, rezo de la Liturgia de las Horas, distintas dinámicas, rutas y experiencias grupales. En palabras del delegado diocesano para la Pastoral con Jóvenes, Manuel Jiménez, “fueron momentos de mucho compartir, de cercanía y complicidad de cantar y orar juntos, también de que muchos participantes acudieran al sacramento de la Reconciliación y de profundizar en la vida de san Francisco Javier, patrono de la juventud”.
En el corazón de la selva peruana
Desde el 18 de julio al 15 de agosto, una veintena de jóvenes pertenecientes al Servicio Universitario de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla (Sarus), encabezados por el sacerdote Pablo Guija, delegado diocesano de Pastoral Universitaria, participaron en una misión evangelizadora en Perú. Distribuidos en dos grupos, sirvieron en la provincia de Requena y en Contamana, una ciudad del oriente peruano. En este tiempo, visitaron aldeas remotas, organizaron charlas formativas en institutos y colegios para profesores y alumnos y campamentos vocacionales, acompañando a los sacerdotes en la administración de los sacramentos.
Taizé
Desde el 17 al 26 de agosto, un grupo de universitarios, acompañados por el sacerdote diocesano Fernando Martín y el seminarista Cristian Rodríguez, participaron en encuentros con cristianos de diferentes confesiones de todo el mundo, organizados por la comunidad ecuménica de Taizé (Francia). Se reunían para rezar, comentar juntos el Evangelio, recibir formación de distinto ámbito y colaborar unos con otros, en un clima de convivencia fraterno.
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