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Santa María, la Guebiráh mesiánica. Monasterio de Santa María la Real (Bormujos)

En la fachada del Monasterio de Santa María la Real de Bormujos encontramos este mosaico que muestra una curiosa e inédita iconografía de la Virgen María como la Guebiráh mesiánica, título que significa “señora” y que ostentaba la madre del rey de Israel.

Esta advocación hunde sus raíces en el Antiguo Testamento, siendo definida por el teólogo granadino Antonio García del Moral. La esperanza mesiánica de un Salvador se desarrolla en torno a la descendencia del rey David a partir de la profecía de Natán (cf. 2 Sam 7, 11-16), que se cumplirá en Cristo. En esta dinastía una mujer va a ocupar institucionalmente el puesto inmediato al descendiente de David: la madre del rey, para la que se adopta un término específico, el de Guebiráh, señora, la cual está sentada a la derecha del trono de su hijo el rey (1 Re 2,19) y lleva la corona (Jer 13,18), que le era colocada por el rey en la ceremonia de su entronización.

Los profetas incluyen a esta figura femenina en sus oráculos del futuro Mesías (Is 7, 14; Miq 5, 1-2; Jer 31,22), justificación para atribuirle a la Madre de Jesús este nombre. Así se presenta a María en el Nuevo Testamento, como vemos en el relato de la Anunciación (Lc 1, 32-33), en la Visitación (Lc 1, 43) y en la adoración de los Magos (Mt 2,11), así como en la profecía de Simeón (Lc 2, 34-35). También San Juan presenta a la Virgen como la guebiráh en las bodas de Caná (Jn 2,5), momento en que su Madre señala a Jesús el momento de dar comienzo a su actividad salvadora, así como al pie de la cruz (Jn 19, 26).

La primera representación iconográfica en todo el mundo de este hermoso planteamiento mariológico es el mosaico que se encuentra en el Monasterio de Santa María la Real, en Bormujos, obra del artista y fraile dominico navarro Domingo Iturgáiz (1932-2015), autor de numerosas vidrieras y mosaicos, quien, a partir de la iconografía de la entrega del Rosario por la Virgen a Santo Domingo de Guzmán, desarrolla la obra con la presencia de Santa Catalina de Siena. Así, la escena tiene lugar en una arquitectura solemne que parece aludir a un palacio, en el que la Virgen Madre se muestra sentada en un trono con el Niño Jesús de pie en su regazo, apareciendo por tanto María como el verdadero trono del Hijo de Dios, el cual está entregando el Rosario al santo fundador dominico que está acompañado de la santa sienesa. Una inscripción sobre las figuras deja claro el título que se escoge para esta representación de la Virgen María, la Guebiráh Mesiánica, centrando el conjunto una estrella, que alude a la que, según la leyenda, apareció en la frente de Santo Domingo el día de su Bautismo, pero que igualmente es un símbolo de la letanía lauretana que se reza a la Virgen.

Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural


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