Solemnidad de Todos los Santos
Hoy, 1 de noviembre, la Iglesia Católica celebra la solemnidad de Todos los Santos, una oportunidad para recordar la llamada a la santidad presente en todos los cristianos desde el bautismo.
Así, en este día celebramos a todos aquellos cristianos que ya gozan en la presencia de Dios, hayan sido o no declarados santos o beatos por la Iglesia. En palabras de monseñor José Ángel Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla, “hacemos memoria de todos los hombres y mujeres que a lo largo de la historia han sido fieles al camino de Dios y ahora comparten su vida para siempre”.
No en vano, desde sus inicios, la Iglesia hace una llamada universal a la santidad. Si bien, a partir del Concilio Vaticano II se da un impulso especial a esta vocación de todo cristiano. No en vano, en el capítulo V de la Constitución dogmática ‘Lumen Gentium’ se aborda, específicamente, “la universal vocación a la santidad en la Iglesia”.
Y es que la santidad no es patrimonio de unos pocos privilegiados, sino el destino de todos.
Por su parte, monseñor Saiz se pregunta por la vida eterna en su última carta dominical publicada en la revista diocesana ‘Iglesia en Sevilla’. Para ello, hace referencia a la segunda encíclica del papa Benedicto XVI, Spe salvi. Al respecto, asegura el arzobispo que “ante esta gracia de la visión y ante la comunión plena con Dios, a la que la fe nos dispone y encamina, no puede menos que surgir la súplica agradecida y la humildad de la ‘docta ignorancia’, porque sabemos muy poco de cómo es esta vida”. Y recuerda una cita del Papa teólogo donde explica que la vida eterna ya no es “un continuo sucederse de días del calendario, sino como el momento pleno de satisfacción, en el cual la totalidad nos abraza y nosotros abrazamos la totalidad. Sería el momento de sumergirse en el océano del amor infinito, en el cual el tiempo –el antes y el después- ya no existe”.
Finalmente, desde la Archidiócesis de Sevilla se recuerda que el 1 de noviembre, solemnidad de Todos los Santos es precepto, por tanto, existe la obligación de participar en la Santa Misa.