LA IGLESIA CON TODOS, AL SERVICIO DE TODOS

LA IGLESIA CON TODOS, AL SERVICIO DE TODOS

Ella nos ofrece a todos, adultos, ancianos, niños y jóvenes, la vida divina y el alimento de la Eucaristía. Ella es el espacio natural de nuestro encuentro con el Señor. La Diócesis custodia  la memoria viva de Jesucristo, nos sirve la Palabra de Dios y nos brinda la gracia santificante a través de los sacerdotes. La Diócesis, que está al servicio de todos y que a nadie excluye, propicia nuestra formación cristiana, nos permite celebrar comunitariamente nuestra fe y nos impulsa al apostolado. Gracias a ella vivimos nuestro compromiso cristiano acompañados y sostenidos por una auténtica comunidad de hermanos.

Todas ellas son razones poderosas para amar a nuestra Archidiócesis y para colaborar con ella implicándonos en los diversos ministerios necesarios para que la Iglesia particular y nuestras parroquias puedan servir eficazmente a los fieles en la catequesis hoy tan necesaria y urgente, cuando tantos padres y madres ha abdicado de la obligación prioritaria de ser los primeros comunicadores de la fe a sus hijos, la pastoral social y el voluntariado de Cáritas y Manos Unidas, la pastoral de enfermos y la pastoral litúrgica, entre otros servicios.

En esta jornada debe crecer nuestro amor a la Iglesia diocesana; y como no se ama lo que no se conoce, de la mano de nuestros sacerdotes, hemos de procurar conocer un poco mejor la naturaleza de la Iglesia particular y la misión del obispo. Hemos de tratar de conocer también su historia venerable y fecunda, la temprana evangelización de nuestra tierra, sus profundas raíces cristianas, la corona de mártires y santos sevillanos de todos los tiempos, los fundadores de familias religiosas, los iniciadores de incontables instituciones sociales, docentes, caritativas y apostólicas de nuestra Archidiócesis, en la que brilla con luz propia la legión de cristianos anónimos que, desde su amor a Jesucristo y a sus hermanos, han divinizado y humanizado esta tierra. De todo ello debemos sentirnos legítimamente orgullosos.

En esta jornada todos estamos convocados a orar con más intensidad por nuestra Archidiócesis, por los obispos, los sacerdotes, consagrados, seminaristas y laicos, para que vivamos con pasión nuestras respectivas vocaciones, busquemos con todas nuestras fuerzas la santidad y no desmayemos en el amor y fidelidad a Jesucristo y en el apostolado. En este día y siempre hemos de procurar fomentar en nosotros los sentimientos de familia, la comunión con los obispos y entre nosotros, con la conciencia de que más allá de  particularismos, carismas y sensibilidades espirituales, los otros son alguien que nos pertenecen, hermanos nuestros, hijos de Dios, nacidos a la fe en el seno fecundo de la Iglesia diocesana. Hemos de fomentar también   compromisos de corresponsabilidad e implicación de todos en el Plan Pastoral, en las iniciativas y proyectos colectivos y en las convocatorias diocesanas.

Con ocasión de esta jornada, la Archidiócesis de Sevilla quiere renovar su compromiso de servicio a los fieles y a la sociedad sevillana. Para ello, cuenta con los dos obispos, la catedral y 260 parroquias servidas por cerca de 600 sacerdotes y 50 diáconos. Cuenta también con 39 conventos de monjas contemplativas, verdadero arsenal de energía sobrenatural, con cerca de 600 religiosos y más de 2000 religiosas de vida activa que colaboran en el apostolado, la evangelización y el servicio a los pobres. Tiene además cerca de 5000 catequistas, más de 1500 profesores de Religión, numerosos grupos apostólicos, movimientos, hermandades y cofradías, además de los Seminarios diocesanos, la Curia, las Vicarías y Delegaciones,  Cáritas y  otras muchas obras sociales, docentes y caritativas.

Todas estas instituciones, personas y servicios constituyen la estructura necesaria para llevar a cabo la misión salvadora que Jesucristo confió a su Iglesia. Mantener esta estructura exige medios económicos cuantiosos para retribuir modestamente a los sacerdotes, garantizar el funcionamiento de la Curia, de los Seminarios y demás servicios diocesanos, servir a los pobres, construir nuevos templos y restaurar y conservar nuestro ingente patrimonio artístico y cultural, especialmente ahora, cuando las ayudas públicas prácticamente han desaparecido como consecuencia de los recortes derivados de la crisis económica.

Por ello, invito a los sacerdotes a hacer la colecta de esta Jornada con todo interés. Al mismo tiempo, invito a los fieles a que sean generosos, pues el sostenimiento económico de la Iglesia depende fundamentalmente de nosotros, bien a través de nuestras donaciones directas, en forma de cuotas, suscripciones o donativos a favor de la Iglesia diocesana, bien a través de la Declaración de la Renta, en la que destinamos el 0,7 % de nuestros impuestos a la Iglesia católica.

Dios quiera que esta Jornada robustezca nuestra conciencia de familia y acreciente nuestra colaboración con nuestra Iglesia diocesana.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición. Feliz domingo, feliz día del Señor.

 

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

 

 


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