Ante el parado, activa tu conciencia (23-11-2014)
El punto de partida debe ser nuestra renovación espiritual, nuestro encuentro con Jesucristo, la experiencia de su amor y de su gracia, para expresarlo después en el amor al prójimo, especialmente a los pobres, que «son los destinatarios privilegiados del Evangelio». (EG 48). Esta doble experiencia, ser amados por Jesucristo y amar al prójimo, que en el creyente se convierten en una sola cosa, colma de sentido la existencia humana y la llena de alegría, la alegría del Evangelio y de su anuncio.En mi carta pastoral de comienzo del curso 2013-2014 os decía que la Nueva Evangelización no es posible pensarla “sin un compromiso serio a favor de la vida y de la justicia y sin un empeño responsable por un cambio de las situaciones que generan pobreza y exclusión”. Por ello, un aspecto importante de nuestro Plan Pastoral para el curso 2014-2015 es la preocupación y el compromiso ante el dolor y la angustia de tantas familias que, como consecuencia de la crisis económica, lo han perdido todo, hasta la esperanza que es lo último que se pierde.
La Iglesia de Dios que peregrina en Sevilla no cierra los ojos a las consecuencias de la crisis, el desempleo y la precariedad laboral que deteriora a la sociedad y humilla a tantas personas y familias, una verdadera lacra social en gran parte de España y muy especialmente en Andalucía. Por ello, como Iglesia diocesana venimos dando respuesta en la medida de nuestras fuerzas a tanto sufrimiento en nuestros pueblos y ciudades. La fe, si es auténtica, nos impele a comprometernos en la construcción del Reino de Dios, un Reino de justicia y fraternidad, y nos llama a responder, iluminar y transformar las estructuras que lo impiden o dificultan, a denunciar las situaciones de injusticia, a defender y acompañar a los hermanos y hermanas más vulnerables, y desplegar toda nuestra creatividad para generar alternativas de trabajo decente, tal como lo definía Benedicto XVI en su encíclica Caritas in Veritate (n. 63).
Ante esta situación “todos somos llamados a esta nueva «salida» misionera. Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar esta llamada: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”. (EG 20).
En mi carta pastoral de comienzo de curso requería vuestra atención sobre una iniciativa promovida conjuntamente por Cáritas diocesana, las Delegaciones de Pastoral Obrera, Pastoral Social-Justicia y Paz, Migraciones, y la Fundación Cardenal Spínola de Lucha Contra el Paro, con el apoyo de otras instituciones y movimientos eclesiales de la Archidiócesis. La hemos querido llamar Acción conjunta contra el paro, con el lema Ante el parado, activa tu conciencia. En él se nos propone un recorrido de reflexión y acción misionera, dirigido a la conversión de las personas y los grupos para crear formas de solidaridad efectiva con las personas desempleadas. Se proponen además tres encuentros diocesanos para orar y celebrar esta experiencia de amor y fraternidad.
El paro es una realidad omnipresente en nuestras parroquias y comunidades. En todas ellas encontramos personas que o están desempleadas o tienen un empleo precario que no les permite vivir. Abundan también las personas que han tenido que cerrar su pequeña empresa quedando en situación muy precaria. En esta coyuntura, el Señor nos pide que en la pastoral ordinaria de nuestras parroquias incluyamos esta preocupación, cayendo en la cuenta de la tristísima situación de tantos hermanos nuestros y estudiando y reflexionando sobre cuánto nos dice la Doctrina Social de la Iglesia sobre el trabajo, la economía, la dignidad de todo ser humano y sus derechos inalienables, para después dar respuesta a tanto sufrimiento desde el amor a Jesucristo y con el amor con que Jesucristo les ama.
Termino invitándoos a todos, sacerdotes, religiosos, comunidades parroquiales, hermandades y movimientos, a comprometernos con esta iniciativa, caminando de la mano y con un fuerte sentido de comunión, que es una garantía de eficacia en nuestro servicio a los pobres y a los que sufren. Como nos ha recordado el papa Francisco, hablando de la dimensión social de la evangelización, la aceptación del Evangelio provoca en quien lo recibe una reacción fundamental, cual es desear, buscar y cuidar el bien de los demás (EG 178), con gestos de solidaridad ante el sufrimiento de los parados y de sus familias. No olvidemos que el trabajo dignifica a la persona y fortalece su dignidad, mientras que el paro la mella y la debilita.
Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla