Archidiócesis de Sevilla

 

 

El Siglo XVIII tiene cuatro grandes escultores en la Escuela Sevillana: Pedro Duque Cornejo, José Montes de Oca, Cristóbal Ramos y Benito Hita del Castillo. Son continuadores de los grandes maestros escultores de los siglos XVI y XVII, que pusieron a Sevilla en la cumbre de las escultura española.

 

 

Benito Hita del Castillo (1714-1784) está influido en su obra por el movimiento de formas y el preciosismo de Pedro Duque Cornejo. En sus imágenes aparece una delicadeza particular, en la que afloran los sentimientos de las figuras presentadas. En sus obras, repartidas por Sevilla, Huelva, Cádiz y Canarias, se puede ver un sello de distinción inconfundible. Entre otras, están el San Juan que acompaña a la Virgen de la Amargura de Sevilla (1760), Jesús Caído (1752) y Santa Cruz de la Palma (Tenerife), y la Virgen de la Victoria (1765), en la Iglesia de la Compañía de Jesús de Sevilla.

 

 

La Virgen de la Victoria fue realizada para la Iglesia de los Mínimos, que era la actual Iglesia de los Jesuitas hasta la Desamortización de Mendizábal en 1836. En la hornacina central del altar mayor estaba colocada esta imagen de la Virgen de la Victoria mientras que estuvieron los Mínimos en esta Iglesia; actualmente está a la derecha del Sagrado Corazón.

 

 

La Virgen de la Victoria es una escultura con todos los datos artísticos del barroco tardío sevillano del siglo XVIII. Lleva al Niño en el brazo izquierdo, y un cetro en la mano derecha. La belleza y dulzura de los rostros de la Virgen y el Niño, junto con el estudio elaborado de los paños, son característicos del gran escultor Hita del Castillo. La policromía del estofado es de una belleza especial, cuidadosamente elaborado en todas las obras de este genial escultor del siglo XVIII.

 

 

Fernando Gª Gutiérrez, S. J

Delegado Diocesano del Patrimonio Artístico.