Archidiócesis de Sevilla

Todos los días, todo el mundo habla de la crisis económica que cada día nos va persiguiendo más y nos va afectando cada día a más personas y a más familias.

Algunos piensan que debajo de esta crisis hay otra crisis más profunda, que es una crisis ética y moral; otro insisten en que hay una crisis de valores y en el fondo una crisis antropológica. El hombre a veces no sabe qué le pasa, no sabe quién es, está como un poco o un mucho perdido, está invadido por una gran confusión y desconcierto.

En tu ambiente, ¿qué valor se aprecia y se cotiza más? ¿Cuál es para ti el primer valor en la escala de valores: el dinero, el poder, el hombre, la ciencia, el progreso? “El hombre es un enigma para sí mismo” como nos dice el Concilio.

Pero ¿qué o quién es el hombre, el ser humano? ¿Quién puede esclarecernos este enigma del hombre: su dignidad, su grandeza, su misterio?

Escuchemos atentamente la palabra de Dios, en el primer libro de la Biblia se nos dice que, después de crear todas las cosas dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza…….;" y creó Dios al hombre a su imagen, a su imagen los creó, varón y mujer los creó” (Génesis 1,26-31). Con razón se dice que el hombre es un ser superior a todo los demás y que él es el rey de la creación.

Pero el hombre no es dueño absoluto de la creación para hacer y deshacer a su capricho y antojo, sino que Dios le puso como administrador. Luego somos todos criaturas de Dios pero hechos a su imagen. De aquí se deriva la dignidad y la grandeza del hombre, su carácter sagrado e inviolabilidad. Por eso el Concilio nos recuerda “que el hombre es la única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma”.

Pero ¿tenemos más noticias sobre el hombre? Sí. Y ¿quién nos la ha traído? Dios nos amó tanto y de tal manera que envió a su Hijo para salvarnos y a la vez para comunicarnos la gran noticia sobre el hombre y nos desvela el gran misterio del hombre.

Jesús, ya resucitado se aparece a Magdalena y le dice: “anda, ve a mis hermanos y diles que subo a mi Padre que también es vuestro Padre” (Juan, 20). Luego todos creados a imagen de Dios, todos verdaderos hijos de Dios en el Hijo, todos hermanos, todos iguales, todos la misma dignidad, la misma grandeza, el mismo valor. Todos iguales y todos distintos porque Dios nos creó en serio pero no en serie.

Cada persona es un ser original y responde a un proyecto amoroso de Dios; es un ser único e irrepetible, insustituible e irremplazable; por eso tú no eres pieza de repuesto para nadie y ninguno es pieza de repuesto para ti.

La gran dignidad, valor y grandeza del hombre no radica en lo que uno tiene, sino en lo que uno es, “imagen de Dios, hijo de Dios”.

Todos tenemos la misma dignidad, el mismo valor, la misma grandeza: los libres y los esclavos, los blancos y los negros, los varones y las mujeres, los niños y los ancianos, el deficiente mental y el superdotado, el nacido y el no nacido que viene de camino, el que es una belleza y el que es deforme.

Yo se que algunos estarán pensando que ¿por qué y para qué tanta repetición? Esto ya se sabe, esto ya se supone, pero ¿se vive? ¿Lo vivimos tú y yo?

La dignidad del ser humano no es algo superficial y añadido, ni algo concedido por consenso o por mayoría sino que es algo inherente a la persona humana. Tiene esa dignidad por ser lo que ya es, tiene su raíz en su propio ser: imagen de Dios, hijos de Dios.

Ahora vemos con claridad que en la escala de valores la persona humana es el primer valor. Pero si el ser humano tiene esa dignidad y ese valor y esa grandeza misteriosa, el hombre no es, no puede ser un objeto o un medio. El hombre nunca es un medio, siempre es un fin.

Y sin embargo el ser humano es tratado como si fuera un objeto que se compra y se vende para explotación sexual. Millones de mujeres y de niños son considerados como objetos de placer y de consumo y es el colmo de la degradación.

Millones de mujeres, niños y emigrantes que son utilizados como "mano de obra barata" para conseguir el máximo beneficio. Se les utiliza como puros medios para enriquecerse. Hoy en España estamos viendo y oyendo todos los días como el primer valor para muchos ha sido y esta siendo el dinero, cueste lo que cueste y a costa de lo que sea y de quién sea, aunque sean los más necesitados.

Para otros el primer valor es el poder. Conseguir el poder como sea, por encima de todo, con engaños, falsas promesas y con mentiras. Conseguir el poder, no para servir al bien común, sino para servirse de él, para dominar e imponer y enriquecerse él y los suyos.

Y para otros el primer valor es la ciencia y la tecnología. El ser humano es sacrificado y utilizado como “material de investigación”, como medio y fuente de negocios millonarios.

Estamos viviendo una inversión total de valores en nuestra sociedad. Todo al servicio del hombre, no el hombre al servicio del dinero, del poder, del partido, de la ciencia.

Todo esto es para pensar, para reflexionar seriamente tú y yo.

¿Qué podemos hacer tú y yo para empezar a cambiar esta situación?

Seguiremos reflexionando.

        Con el cariño de

     PUBLIO ESCUDERO