‘DE MARÍA NUNCA SE DIRÁ BASTANTE’
La raíz y el fundamento de la misteriosa dignidad y grandeza de Maria esta en su relación especialísima, única e irrepetible con la Trinidad, con las tres Divinas Personas como nos recuerda el Papa Pablo VI en su luminoso documento, la exhortación apostólica “Marialis Cultus”.
Ella es la Hija predilecta de Dios Padre, la Madre de Dios Hijo y Esposa del Espíritu Santo porque por obra del Espíritu Santo concibió a su Hijo.
María no es una Diosa, pero Ella sí es la verdadera Madre del verdadero Hijo de Dios como nos dice el Concilio de Éfeso porque Ella concibió al Hijo de Dios, no por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo porque Ella Lo engendró, Lo dio a luz y Lo cuidó.
Ella es la única mujer a la que el Hijo de Dios llamó con toda verdad: mamá, madre y la única mujer entre todas las mujeres que llamó con toda razón y verdad a Jesús: “Hijo mío”.
Ninguna mujer ha estado tan cerca de Dios ni tan cerca de todos los hombres, porque Ella es la madre de Dios y de todos los hombres. Con razón decía un Padre de la Iglesia: “De María nunca se dirá bastante”, por más que se alarguen las Letanías más y más. María no es la Vida pero Ella si es la que dio la vida al que antes Él la había llenado de Vida, por eso el Ángel la llamó “La llena de gracia”.
María no es el Camino, pero si es la Madre del Hijo de Dios que dijo: “Yo soy el Camino” (Juan-14). Ella fue la primera que recorrió el Camino, por eso Ella es la Virgen del Camino, la Madre Peregrina que precede a la Iglesia Peregrina, a los cristianos que todavía caminamos por el desierto de la tierra, de la vida, hacia la nueva tierra, hacia el nuevo cielo como nos dice el Concilio. Ella nos acompaña y nos guía en el camino.
María es la Madre del Primero y mayor Peregrino que salió del seno del Padre para ir al encuentro de toda la humanidad y por obra del Espíritu Santo acampó en la Nueva Tienda del Encuentro: MARÍA. Y que cuando cumplió su misión redentora volvió al Padre. Escuchemos: “Salí del Padre y he venido al mundo y otra vez dejo el mundo y me voy al Padre.”
María nos precedió, nos acompaña y nos guía. Por eso nosotros, sus hijos, mientras caminamos la invitamos y cantamos: “Mientras recorres la vida tu nunca solo estas, contigo por el camino Santa Maria va. Ven con nosotros al caminar, Santa Maria ven”.
María no es la “Luz que vino a iluminar a todo hombre que viene a este mundo” (Juan-1), pero Ella si es la que dio a luz al que un día nos dijo a todos: “Yo soy la Luz, el que me siga no caminará en la oscuridad sino que tendrá la Luz de la vida” (Juan-8-12).
María no es el Sol, Ella es la Luna que recibe toda su luz del Sol, Maria no es el Día pero Ella es la Aurora que anuncia el día. Ella es la Estrella de la mañana que guía al nuevo Pueblo de Dios en su peregrinar. Ella es la Estrella de la nueva evangelización.
María no es el “Pan de Vida”, ni es la “Bebida de la Salvación” pero Ella si es la que engendró, dio a luz a su Hijo y lo alimentó convirtiéndose Ella misma en comida y en bebida de su pequeño Jesús, para alimentar la vida del que un día nos dijo: “Yo soy el Pan vivo que ha bajado del Cielo…….mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”.
Que misteriosa es la relación de Maria con la Eucaristía.
María no fue elegida para ser una de los doce Apóstoles, pero Ella si es y es proclamada por todos nosotros como Madre y Reina de los Apóstoles, Madre y Reina de todos los sacerdotes, obispos y Papas.
María no fue una gran Santa sino que Ella es la Santísima Virgen Maria, Madre y Reina de todos los Santos.
Madre, cuida de nosotros con amor materno que somos los hermanos de tu Hijo, que todavía peregrinamos por esta tierra en medio de dificultades y peligros como nos recuerda el Concilio.
Gracias Madre y danos un corazón de hijos agradecidos.
Seguiremos reflexionando.
Con el cariño de PUBLIO ESCUDERO
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