ACOGER
El pintor que acoge a tu hija en su estudio con su mejor sonrisa y la acompaña a comprar sus materiales de dibujo para que no sean costosos a sus padres….
El sacerdote que es amigo de tu familia y os dice “siempre que me necesitéis, estoy disponible. Sois mi Betania….”
Las personas que acogen con todo su amor, simplemente escuchándolas y sin juzgarlas, a otras que llegan con un sufrimiento a un Centro de Orientación Familiar…
“ACOGER”, ¡qué palabra más impresionante!
Jesús es sensible al sufrimiento humano y acoge a todo el que vive apartado de una vida digna, sana y dichosa. Muchos han dicho de Él: “el amigo de delincuentes y prostitutas”, “el profeta de la compasión”…
Hace suyo el sufrimiento de los demás. No podrá pasar de largo ante enfermos y excluidos que se encontraban tirados por los caminos de Galilea: ciegos, paralíticos, sordomudos…
Ellos tenían un lugar privilegiado en su corazón.
¡Cuántas veces nos hemos visto acogidos!, ¿verdad? ¿Por qué no hacer nosotros lo mismo?
Busquemos siempre ese contacto de persona a persona. Seamos una Iglesia “en salida”, una Iglesia con las puertas abiertas.
Acojamos a todos sin excluir a nadie. Construyamos la sociedad que nos rodea de otra manera. Miremos a las personas con amor acogedor, como nos mira Dios.
Nuestro modelo de acogida tiene que ser como en la parábola del Hijo Pródigo. Este, a pesar de alejarse de su padre, recibió a su vuelta todo su amor misericordioso y no fue juzgado….
Su padre dejó “las puertas abiertas” para que cuando regresara pudiera entrar sin dificultad.
“Hay un estilo mariano en la acogida de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María, volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño”. Papa Francisco.
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