y en la tierra PAZ a los hombres
Aún dentro del ambiente navideño, se nos propone celebrar el día de la PAZ. Hemos sentido la voz de los Ángeles cantando la noche del Nacimiento de Jesús: “Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres que Dios ama”.
Este versículo me llena de inspiración para este nuevo post. Paz para los hombres que Dios ama, no los que le amamos, sino los que Él ama: todos. La paz que es un don de Dios y, como se nos repite, una tarea del hombre.
La palabra paz, como la palabra amor, son muy bellas y la usamos mucho, pero se quedan vacías porque no les damos su contenido, no las vivimos. La paz no es un ideal utópico, es una condición indispensable para poder subsistir la humanidad. La paz que no es ausencia de guerras, sino dotar a la humanidad de todo aquello que la construye: el amor, la justicia, la verdad, la misericordia con los que lo necesitan… No se puede construir la paz si no hay amor a Dios y amor a los hombres.
El Papa Francisco en su mensaje para la 48 Jornada Mundial de la Paz, que se celebra el día 1 de Enero – Octava de la Navidad-, tiene como tema: “Ya nunca más esclavos, sino hermanos.” ¿Creemos abolida la esclavitud? ¿Es algo que ya pasó? La verdad, y con dolor, sabemos que hoy existen muchísimas esclavitudes. Unas son impuestas por los otros y otras no la imponemos nosotros mismos. En una mirada a nuestro mundo es fácil verla: el trafico de seres humanos, la trata de los emigrantes y de la prostitución, el trabajo inhumano, el trato a la mujer, la violencia a los niños, -recordada por el Papa en su mensaje de Navidad- y las que nos imponemos por el ansia consumista y egoísta que lleva a la corrupción por el poder y el dinero.
Y también, ciertamente, nuestro mundo está plagado de conflictos bélicos. Países que llevan años y años viviendo esa realidad tan vergonzante de la guerra. En estos últimos años la terrible persecución a los cristianos que cada día nos sorprende y nos llena de dolor.
Pero pensemos ahora en construirla, que podamos vivir “Bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Lo primero de todo es reconocer la dignidad e igualdad de todos, porque todos somos hermanos, hijos de Dios. ¡Qué importante es educar para la paz desde pequeños!
Yo me siento muy aludida a las palabras del Papa Francisco en su deseo de “ya nunca más esclavos…” Soy mercedaria y mi carisma es la liberación. Somos conscientes de tantas esclavitudes que rompen la armonía de nuestro mundo. Y como misionera, la tremenda increencia en la que vive nuestra sociedad, sin Dios y sin los valores que Jesús nos trajo.
Un día el Papa Francisco nos habló de la “globalización de la indiferencia” que nos hizo pensar mucho fue una tremenda llamada de atención y hoy nos pide “la globalización de la fraternidad”. ¡Intentemos hacerla realidad!
Vamos a pedirle a María, “Reina de la paz”, que reine la paz en nuestros corazones para poder darla a los demás, para poder construirla allí donde estemos.
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