Puente o muro

Hemos recordado estos días los 25 años de la caída del muro de Berlín. Toda una fiesta por lo que supone derribar un muro y que se abre la libertad y el encuentro entre las personas y los pueblos. Ya se ha escrito mucho y no voy a decir nada nuevo sobre ello. Pero sí me ha hecho reflexionar.

Yo recuerdo un montaje audiovisual que usé mucho con jóvenes. Se llamaba “¿Puente o muro?”. Se invitaba a ver que quería el joven hacer con su vida, con su realidad, con sus deseos, con lo que tenía. Ciertamente que en la vida se puede ser muro, y crear muros, existen muchos muros muy diversos. También se puede ser puente.

Con nuestra vida y con nuestras cualidades podemos convertirnos en una persona muro, una persona aislada, se ha optado por ello. Muchos muros son también la lucha por el poder, el afán de tener solo para uno, el egoísmo narcisista, la indiferencia hacia el otro, el marginar, el rechazar, el abandonar.

Una persona puente es aquella que pone su vida servicio del un mundo que siempre está abierto, que sabe romper el aislamiento y se acerca los marginados. Es la opción por la por la paz y el perdón, el servir y el compartir, es el estilo de vida de Jesús de Nazaret.

Desmontar un muro, como levantar un puente, es labor de toda la vida, hay que estar atentos, muy atentos para vivir esa actitud de ser paso para los otros, de facilitar los caminos, de no poner impedimentos. Los ladrillos, los materiales, son la vida misma, las circunstancias de cada día.