Alegría
La palabra “alegría” resuena con mucha frecuencia desde que nuestro Papa Francisco escribió “La alegría del Evangelio”. Una exhortación apostólica con una gran aceptación porque nos invita a vivir algo tan vital, tan deseado, como es vivir alegre, con la alegría que nace y renace con Jesucristo. Si somos cristianos, nuestra vida tendría que estar impregnada de esa alegría que el Evangelio nos comunica como Palabra Viva, como Buena Noticia.
En este mundo tan herido y tan sufriente nuestra principal misión es cada vez más relevante y necesaria de llevar la alegría del Evangelio. El DOMUND de este año tenía por eslogan “Renace la alegría”. El misionero, y todos lo somos, la tiene y la transmite, como los discípulos de Jesús, que “llenos de alegría” proclamaron el amor de Dios.
Estos día, en Sevilla, hemos asistido a la celebración a la muestra "La alegría del Evangelio”. Toda una explosión de fe alegre y comprometida manifestando una Iglesia que sale al encuentro de cada persona para ofrecerle lo mejor: Jesucristo, en un ambiente festivo, celebrativo y profundo, desde el que tantos cristianos vivimos y proclamamos nuestra fe. En la muestra nos hemos encontrado con una exposición de “La alegría de la santidad” en San Francisco de Asís, Santa Teresa de Jesús, San Juan Bosco, San Felipe Neri y Santa Clara. Y como en estos santos, diríamos que así lo podemos descubrir en todo el santoral.
Y quiero terminar con unas palabras de la carta a los consagrados “Alegraos” –también de nuestro Papa-, que nos hará mucho bien. “Al llamaros Dios os dice: Tú eres importante para mí, te quiero, cuento contigo. Jesús a cada uno de nosotros nos dice esto !de ahí nace la alegría! La alegría del momento en que Jesús me ha mirado. Comprender y sentir ésto es el secreto de nuestra alegría. Sentirse amado por Dios”.
Y cuando no encontremos la alegría, volver a decir, a orar, con el salmo “…devuélveme , Señor, la alegría de tu salvación”.Acercamos a María que recibió aquel saludo del ángel" Alégrate , llena de gracia". Que la alegría de María sea también nuestra alegría: alegría profunda porque nace de cumplir el deseo de Dios, de cumplir su voluntad y de llevarlos a Él a los demás.
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