Archidiócesis de Sevilla

    En los próximos cinco días, sométase, querido lector, a un tratamiento intensivo de sordera sobrevenida. Hasta dentro de sólo cinco días vivirá usted en la región más tediosa de Europa, sí, Andalucía, ésa que alcanza las más altas cotas nacionales de desempleo, o tal vez ésa que presume de estar a la cabeza de la ultimísima modernización, la misma que ha salido del subdesarrollismo postfranquista, para unos, o que persiste en las cotas de tercermundismo más alarmantes de Europa. Desde hoy hasta dentro de cinco días, por favor, trate de hacer vida normal y no atender cantos de sirena, ni las sirenas alarmistas de esos 109 diputados que se someten a sufragio universal, directo y secreto.

    Lejanos aquellos días en los que en Andalucía enfrentábamos los procesos electorales con cierto entusiasmo, hemos de reconocer hoy que elegir, votar, casi cansa, agota, a un electorado ahíto de propuestas inconexas, ideologías marchitas, idearios incumplidos, profesionales de la política agazapados en sus escaños a escondidas para evitar responder ante esa Justicia lenta y sobrecargada de los ERE, políticos que entran a paso de elefante en los supermercados o aquellos otros que vienen a nuestra tierra sometidos a la mera disciplina de partido.

    En estas elecciones se nos impone votar a una serie de opciones políticas difícilmente secundables. Sea porque ninguna opción política podrá nunca satisfacer en plenitud el mandato evangélico, sea porque hay cuestiones cruciales que debemos considerar a la hora de dar nuestro voto, la realidad es que en estas como en otras elecciones nos vemos abocados a la opción del mal menor, en la consideración de dar nuestro voto precisamente a aquellas opciones políticas que, teniendo posibilidad de gobernar, se acerquen en mayor medida a ciertas coherencias evangélicas.

    S.S. Benedicto XVI concretó en su exhortación Sacramentum Caritatis, de 22 de Febrero de 2007, unos mínimos valores comunes que se deben asumir por todos los bautizados a la hora de entregar el voto: “el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas”. En palabras del mismo Benedicto XVI, "estos valores no son negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana.”

    En los próximos cinco días sólo les puedo pedir sentido común, coherencia y reflexión. Esa consideración cristiana del voto, si cabe. Y paciencia, una paciencia infinita, revestida de esperanza. Aprovechen las próximas cinco jornadas para la reflexión y olviden la Campaña. Dediquen su tiempo a reflexionar sobre lo vivido, visto y oído en los últimos treinta años, destinen su voto siquiera a ese futuro que ansían para sus hijos, a un necesariamente radical sentido común, metiendo en su sobre de voto esos valores y principios urgentes para regenerar Andalucía, para recuperar esa región acrisolada de buena gente con mucha fe y muchas ganas de vivir las esperanzas y empeños de cada día. Desde hoy hasta dentro de cinco días tienen ustedes un tiempo imprescindible para la reflexión, mientras nuestros 109 diputados se dedican a tirarse trastos de debate en debate y no pensar siquiera en usted, lo cual igual es un alivio…