Ser misionera
Este año el Domund ha tenido como protagonistas a los consagrados ya que estamos el Año de la Vida Consagrada y entre la vida consagrada y la misión existe un fuerte vínculo. El lema: MISIONEROS DE LA MISERICORDIA, nos lleva ya al Jubileo que celebraremos este año.
Sevilla ha tenido el honor de lanzar la campaña, ello nos ha ayudado a vivirlo muy de lleno: Mesas redondas, exposición, conferencias, pregón…No voy a hablar de ello porque ya se ha dicho mucho. Quiero dar mi experiencia personal de eso de ser misionera hoy, aquí y ahora.
Recuerdo mis tiempos de colegio: el Domund nos llenaba de entusiasmo misionero. Desde entonces me «llamó» eso de ser misionera. Y llegó el momento de seguir esa llamada. Sí, Dios me presentó un Instituto religioso que se dedicaba a las misiones: La Mercedarias Misioneras de Bérriz. Posiblemente mi idea de misiones no estaba bien concebida, por entonces, pero yo quería responder a esa primera llamada. Después de años en España dedicada a la enseñanza, por fin me destinaron a Latinoamérica y pude realizar un sueño que siempre abracé.
Estos días he orado por los misioneros, he pedido de un modo especial por las vocaciones, para que haya jóvenes valientes y generosos que quieran seguir a Jesús y oigan “ven” y “ve”. También he orado y reflexionado sobre mi ser misionera hoy, porque misionera tengo que ser en todo lo que vivo y hago, y ser misionera en todas las etapas de la vida, porque no podemos confundir la misión con la tarea, lo eficaz y lo productivo.
Ser misionera al estilo de Jesús tiene mucho de apertura y de presencia…también de dinámicas pasivas y ocultas, pero sobretodo, ser misionera tiene mucho de bondad y vida entregada por amor. «La entrega para dar vida a otros. Eso es en definitiva la misión”. Esta afirmación del documento de Aparecida que la recoge el papa Francisco en la Evangelii Gaudium, es para mí fundamental: Como Jesús dar la vida.
Y en este año del Jubileo de la Misericordia la invitación es bien clara: «Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de dignidad y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Que su grito se vuelva el nuestro…»
Ser misionera es ser TESTIMONIO, SERVICIO Y ANUNCIO del EVANGELIO en nuestro mundo de hoy, al estilo de Jesús y su misión, para revelar el rostro del Padre y la condición de hijos en el Hijo.
Ser «Misionera de la misericordia» es para mí una invitación que me conecta profundamente con mi carisma mercedario: ser signo de la Merced y Misericordia de Dios para la humanidad.
1 comentario
Muy sugerente y positivo el comentario con tu compromiso y respuesta vocacional y muy sugerente para todos: todos podemos y debenos ser misioneros… el mandado y peticion de Jesus es para todos: ID… SED MIS TESTIGOS… y todos podemos serlo en donde estemos, ya así estamos siendo misioneros, sin olvidar a los que están en tierras de misión.