“Lo importante es pedirle algo a Dios con fe y confiar mucho en Él”

“Lo importante es pedirle algo a Dios con fe y confiar mucho en Él”

Entrevista a Claude, inmigrante y trabajador de Cáritas

Cuando hablamos de inmigración nos vienen a la mente imágenes negativas de jóvenes varones, sobre todo, o de mujeres con sus hijos, cruzando el estrecho en pateras poco estables y abarrotadas. Sus caras se nos clavan en la retina derrotadas, sudorosas, aterrorizadas. Sus caminos se convierten en odiseas que no siempre llegan a buen puerto. No tenemos más que recordar las palabras de Francisco ante la tragedia de Lampedusa: “¡Vergogna!”. Y, ciertamente, tendría que darnos vergüenza que nuestros hermanos del Sur tengan que sufrir tanto para llegar a Europa y conseguir –o intentarlo- una vida digna. La mayoría de estos inmigrantes se quedan en Centros de Internamiento para Extranjeros (CIEs) durante meses, o incluso años. Muchos son repatriados a sus países de origen o los dejan en cualquier otro Estado que desconocen. En definitiva, pocos son los afortunados que alcanzan su sueño de tener una vida próspera en nuestro país.

Claude, un joven camerunés de treinta y un años que llegó a España en 2010 de forma irregular, es uno de ellos. Su testimonio, el que nos cuenta sin borrar la sonrisa de sus labios, es un ejemplo de superación y de amor a Dios inigualable.

 

Salió de su país con apenas quince años, imaginamos que ha pasado por muchas penurias, ¿puede contarnos cómo ha sido este largo viaje?

Ha sido difícil. Después de salir, recorrí ocho países de África. En este camino pasé ocho días en el desierto, sin agua y sin esperanza. Nos abandonaron en medio de la nada, así que la gente, pasado unos días, empezaron a beber sus orinas para sobrevivir. Había que buscarse la vida hasta llegar a Marruecos. Allí trabajé durante cinco años y conseguí el dinero suficiente para poder pagar a una mafia que me llevara en patera hasta las costas de Tarifa. Pero la noche del ansiado trayecto, fui apresado por la policía y perdí la barca. Finalmente, aquella patera se hundiría en el Mediterráneo –como tantas otras lo hacen sin que lo sepamos-. Entonces, recibí aquella noticia como un mensaje de Dios que me estaba dando otra oportunidad.

Llegó a Tarifa hace casi seis años, ¿qué ocurrió desde entonces hasta que empezó en el proyecto Nazaret de Cáritas, ya en Sevilla? 

Primero estuve en el CIE de Tarifa durante cuarenta y ocho días. Después, como no había acuerdo con mi país para devolverme a África, me acogió la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Estuve con ellos tres meses y pasado este tiempo, me dieron un poco de dinero y me soltaron en la calle.

Llegué a Sevilla y en la Barqueta encontré un grupo de africanos y paisanos. Me quedé a vivir con ellos, debajo del puente. Pasé dos meses viviendo en la calle, de enero a marzo. Es una experiencia muy difícil. Recuerdo que pasé mucho frío. Entonces un compañero me habló del Proyecto Nazaret de Cáritas. Antes de entrar a formar parte de él tuve que hablar con muchos especialistas: un psicólogo, un trabajador social, un abogado… Ellos tenían que estudiar mi caso.

Y a grandes rasgos, ¿en qué consiste el Proyecto Nazaret?

Se trata de un programa que va por etapas. Primero, Cáritas ofrece cursos y talleres de formación, en los cuales la gente aprende en limpieza y mantenimiento, albañilería, etc. Yo me formé en mantenimiento durante dos años. Después hay un proceso de búsqueda de trabajo. También hay técnicos que te ayudan en ese proceso. Incluso te asignan un trabajador social que te ayuda a redactar correctamente un currículum. Yo entonces no tenía documentación para poder trabajar, pero Cáritas me dio una oportunidad. Primero estuve de prácticas aquí, durante casi un año. Más tarde, me hicieron un contrato. Por supuesto, me ayudaron a sacar la documentación y me asesoraron jurídicamente.

Claude Caritas¿Qué labores desempeña actualmente en Cáritas?

Soy transportista: con la furgoneta de Cáritas recojo muebles o electrodomésticos que las casas no necesitan y las almacenamos para que las parroquias o particulares puedan utilizarlas. Gracias a Dios hay gente de buena voluntad que llama para regalar a Cáritas todas estas cosas, porque realmente hacen falta. Por ejemplo, nos solicitan muchas camas articuladas. Aquí se prestan y pueden quedarse con ella durante años, dependiendo de las necesidades de cada familia.

Actualmente Cáritas está desarrollando una aplicación informática que servirá, a modo de catálogo, para que las parroquias puedan ver todo lo que se ha recogido y aquello que Cáritas tiene almacenado. Se quiere poner en marcha en septiembre.

Cáritas le ha dado mucho: formación, un trabajo… En definitiva, le dio una oportunidad ¿Qué cree que puede aportar a Cáritas?

Sobre todo puedo aportar mi participación ayudando a la gente. Cuando voy a repartir los muebles a las parroquias o los domicilios de los particulares siento que estoy ayudando.

Además de Cáritas, un grupo de religiosas filipenses también le ha asistido desde que llegó a Sevilla. ¿Qué nos puede decir de ellas?

Me han ayudado mucho, sobre todo en mi formación y el estudio. Gracias a ellas conseguí sacarme el Graduado. De hecho, cuando fui al examen me pareció muy fácil, porque iba muy bien preparado.

IMG_9169Consiguió sacarse el graduado ¿Continuó con sus estudios?

Sí, hice un módulo medio de soldadura y en septiembre quiero empezar un grado superior en mecánica. Después me gustaría montar mi propio taller.

Hablemos de otra cosa: cuando salió de su país no profesaba ninguna religión, sin embargo, durante su viaje recibió el regalo de la conversión. ¿Podría contarnos cómo fue?

El tiempo que pasé en el desierto vi a mucha gente rezar. Esto me hizo pensar que yo tenía también que confiar en alguien. Empecé a rezar como ellos, a preguntar cómo se hacía, pedía que me prestasen el Nuevo Testamento y empecé a leerlo todos los días. Decidí entonces que si conseguía llegar a España me bautizaría. Y eso hice, en la parroquia San José y Santa María de Sevilla Este, con las hermanas filipenses. Lo recuerdo como algo muy bonito. Siento que cumplí un deseo, que por fin pude llevar a cabo algo que realmente tenía ganas de hacer.

¿Tiene pensado volver a su país o prefiere hacer vida en España?

Claro, quiero seguir aquí porque me siento realmente a gusto. A mi país me gustaría volver de vacaciones para estar con mi madre, que ahora está enferma, y ver a mis hermanos de nuevo. También he pensando en volver y montar un negocio para que mi familia pueda vivir de ello.

¿Qué opina su familia sobre que esté aquí?

Es un orgullo para todos que uno esté en Europa. Para nosotros es algo muy grande. Te ganas el respeto de todos.

Sin embargo, ellos están deseando que vuelva, al menos de vacaciones, pero es un viaje muy caro. Lo cierto es que tengo que asumirlo y decidir que quiero gastar ese dinero porque si no, nunca iré. Es importante también llevar regalos a todos, no sólo a mi madre y mis hermanos y sus familias, también a los vecinos. Lo bonito es que el euro cuando se convierte en franco es un gran regalo para un camerunés, ya que con sólo dos euros, una familia se puede alimentar varios días. Eso es lo que gana un jornalero.

Me da pena porque la vida en África es muy complicada. Todos quieren inmigrar y buscarse la vida en otros países porque allí no hay trabajo, pese a ser una zona con muchos recursos naturales.

IMG_9154Claude, su testimonio es un ejemplo de superación que puede servir a otros jóvenes que quieran venir a Europa, ¿qué consejo puede darle?

Creo que lo mejor, a veces, es salir de tu tierra porque puedes terminar robando para sobrevivir. En vez de estar allí molestando a los vecinos, robándoles, es mejor irse. Pero si salen, que tengan vocación de servir, no de robar.

Una vez que lleguen a Europa les aconsejo que se formen, que aprendan el idioma, que se relacionen con la gente. Lo importante es integrarse.

Después de casi seis años en nuestro país, ¿qué balance hace de su vida en España?

Positivo, muy positivo. Porque cuando llegué encontré a mucha gente que estaba en la misma situación que yo y todavía no ha logrado sus objetivos. Por ejemplo, hay un chico en prácticas que trabaja conmigo y, después de ocho años, no tiene los papeles. Yo le orienté y ha empezado hace poco en los talleres de Cáritas.

Nunca pensé que conseguiría todo esto. Para mí lo importante es la integración porque te abre muchas puertas. También es importante formarse y saber el idioma. A mí no me costó mucho hacerme con él, porque antes de venir ya tenía conocimientos de español. Además, España es uno de los países menos racistas de Europa. En definitiva, soy muy feliz aquí.

Por último, ¿cómo cree que le ha ayudado tener fe en Dios a lo largo de su vida?

Día a día vivo experiencias que me hacen pensar que existe Dios y que realmente nos ayuda. Ya en el desierto, sin conocerlo realmente, empecé a pedirle por mi salvación y me lo concedió. Creo que lo importante es pedirle algo con fe y confiar mucho en Él. Aquí en España sigo rezando y veo que mi camino se hace cada vez más fácil. No creo que sea sólo casualidad.

 


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