Obras corporales de Misericordia. Vestir al desnudo
En la Iglesia de la Santa Caridad de Sevilla, en un altar lateral realizado por Bernardo Simón de Pineda, se encuentra una imagen impresionante del Cristo de la Caridad. Aparece Cristo arrodillado, con las manos juntas y la mirada dirigida hacia el Padre en un gesto de súplica inefable. Está completamente desnudo, solo cubierto con el paño de pureza. Su despojo es total: no le queda más que un poco de vida humana, que va a entregar pocas horas después. La figura de Cristo aparece arrodillado en oración, momentos antes de ser clavado en la cruz, reflejándose en su rostro un patetismo pocas veces superado es la escultura barroca española (Enrique Valdivieso).
Durante algún tiempo se atribuyó esta escultura a Francisco Ruiz Gijón, por su parecido con la expresión del Cachorro, pero ya ha sido definitivamente considerada obra de Pedro Roldán (1624-1699).
La desnudez de Cristo nos lleva a la de tantos despojados, que no tienen nada con que cubrir su falta de todo. Es el ejemplo a seguir de los que solo se sienten amparados por Dios en ese gesto de mirada hacia el Padre, las manos cruzadas en actitud de súplica, y las rodillas en tierra como una suprema actitud de aceptación. Y es la llamada a cubrir tanta desnudez, en las imágenes vivientes de Cristo que nos rodean.
Sin decir palabra ninguna, la mirada de Cristo hacia arriba es la explicación de su título: el Cristo de la Caridad, que se ofrece por todos desde la desnudez de su despojo total en cuanto hombre. Solo le queda la Caridad de la entrega en su silencio expectante de la crucifixión y la muerte por todos. Esta es la fuerza expresiva de la mejor escultura barroca de la Escuela Sevillana del siglo XVII.
Fernando Gª Gutiérrez, S.J.
Delegado Diocesano de Patrimonio Cultural
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