El Arzobispo invita a participar en el Jubileo de los Monaguillos
Queridos hermanos y hermanas:
El próximo sábado, 9 de abril, celebraremos el Jubileo de los Monaguillos convocado por la Delegación Diocesana de Pastoral Vocacional. Esperamos que en ella participen un nutrido grupo de acólitos de nuestras parroquias. Será una jornada festiva, con momentos de oración y convivencia de los monaguillos de nuestras parroquias, que peregrinarán a nuestra catedral para ganar el Jubileo y participar en la Eucaristía ante la Virgen de los Reyes, que yo mismo presidiré. Por ello, en esta semana me dirijo especialmente a este grupo selecto de niños de nuestra Archidiócesis, que sirven al altar y que prestan un excelente servicio a nuestras parroquias.
Queridos monaguillos: os saludo con mucho afecto, al mismo tiempo que os invito a participar en el Jubileo de los Monaguillos. Como vosotros, yo fui monaguillo en mi infancia, circunstancia de la que el Señor se sirvió para llamarme al sacerdocio. El Papa Francisco fue también monaguillo en su parroquia de Buenos Aires. Así lo cuenta en un libro titulado «Querido Papa Francisco», en el que el Santo Padre es entrevistado por algunos niños como vosotros. También el Papa Benedicto XVI fue acólito en las parroquias de Ascua y Traunstein, en su Alemania natal, como lo han sido muchos sacerdotes que vosotros conocéis.
En los primeros días de agosto del año 2006 se celebró en Roma un encuentro internacional de monaguillos, en el que participaron cerca de cuarenta y cinco mil acólitos como vosotros. Fueron recibidos por el Papa Benedicto, quien después de recordar sus vivencias como monaguillo entre los ocho y los doce años, invitó a los monaguillos de todo el mundo a ser amigos, testigos y apóstoles de Jesús.
Hago mías las palabras del Papa, que en su discurso os dijo que vuestra relación con el Señor, realmente presente en la Eucaristía, no debe ser sólo exterior. Debe ser “íntima, profunda, de amistad realmente personal, capaz de dar sentido a la vida de cada uno de vosotros”. Os invitó también a escuchar con gran disponibilidad la voz del Señor, que tal vez os está diciendo: «Quiero que me sirvas de modo especial como sacerdote, convirtiéndote así en mi testigo, siendo mi amigo e introduciendo a otros en esta amistad». Si es así, escuchad con gran apertura de corazón la invitación del Señor y seguidla con prontitud.
El Papa os llamó “apóstoles de Jesús”. Cuando servís al altar, estáis dando testimonio de que creéis que allí está presente el Señor, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad, con una presencia real, verdadera y sustancial, como nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica. Si lo hacéis con actitudes de recogimiento, de auténtica devoción, que brota del corazón y se expresa en los gestos, en el canto, en las respuestas, si lo hacéis como se debe, y no distraídamente, entonces vuestro testimonio llega a quienes os contemplan y sois verdaderamente apóstoles del Señor.
La amistad con Él tiene su fuente y su cumbre en la Eucaristía. Luchad contra la rutina. No os acostumbréis nunca a servir al altar. Hacedlo cada día como si fuera la primera vez, como si fuera la última vez, con la sorpresa y la emoción a flor de piel, con mucho amor al Señor que os concede el privilegio grande de tenerlo tan cerca. “Descubrid cada día –os dijo el Papa- que [sobre el altar] sucede algo grande, que el Dios vivo está en medio de nosotros y que podéis estar cerca de él y ayudar para que su misterio se celebre y llegue a las personas”.
El Papa os pidió que deis frutos de bondad y de servicio en todos los ámbitos de vuestra vida, en la familia, en la escuela y en el tiempo libre, y que el amor al Señor, que crece en vosotros cuando estáis junto a Él en el altar, lo entreguéis a todas las personas, especialmente a aquellas a quienes les falta amor, que viven solas, que son ancianos, sufren enfermedades o son pobres.
El Santo Padre terminó esta conversación con los monaguillos presentes en la plaza de San Pedro y también con vosotros con esta invitación: “¡Sed siempre amigos y apóstoles de Jesucristo!”. Hago mía esta invitación del Papa, al mismo tiempo que os animo cordialmente a participar en el Jubileo de los Monaguillos en nuestra catedral. Pedid a vuestros padres y a vuestros párrocos que os traigan. Ni ellos ni vosotros os arrepentiréis. Estad seguros de que volveréis contentos y felices a vuestras parroquias y a vuestros hogares. Os encomiendo a vuestro patrono, san Tarsicio, niño como vosotros, martirizado mientras llevaba la Eucaristía a los presos y enfermos de Roma en tiempo de persecución. Anunciad y entregad también vosotros al Señor a vuestros amigos para que lo conozcan y lo amen. Os encomiendo también a la Virgen de los Reyes para que os cuide y os proteja.
Para vosotros, para vuestros sacerdotes, vuestros padres y hermanos, mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla