De Utrera a Zimbabue: el carisma carmelita se extiende por África

El convento de la Purísima Concepción de Utrera, de las Carmelitas, cuenta con 17 hermanas. Desde los 25 hasta los 92 años, su comunidad es muy heterogénea. Ocho de ellas son españolas. El resto viene de África –una tanzana y ocho keniatas.

Una de ellas es Sor María Nduku, la priora del convento desde el pasado verano, que lleva 21 años en nuestro país. Le acompaña Sor María Lourdes Lario, una lorquina que lleva desde el año 59 en el convento de Utrera. Juntas explican cómo obtienen fondos para mantener la comunidad: “Hacemos dulces. Nuestras especialidades son el bizcocho tradicional y los bizcochos de coco, ambos realizados con recetas propias de este convento”. Además cocinan pestiños, sultanas, bizcochos de limón, almendrados de chocolate, magdalenas…Y todo huele bien. Y todo sabe rico. Sin embargo, cuentan que apenas hay ventas y que la mayoría se centra en los meses de octubre a marzo. “Nos compran los vecinos del pueblo y estamos intentando colaborar con algún comercio de la localidad”. También destacan el apoyo que supone la Muestra de Dulces de Conventos que se celebra cada año en el Alcázar.

“Antes bordábamos para las Hermandades y Cofradías de Utrera, pero eso hoy se ha perdido”, recuerdan. Y con ello, también se perdió una vía de financiación de esta comunidad, así que han comenzado a hacer pulseras y escapularios que ofrecen por un donativo simbólico. No obstante, estas religiosas no se amedrentan. Confían en el Señor y en la Providencia. Necesitan poco, dicen. Y su vida diaria así lo corrobora.

La oración y la contemplación, el recogimiento, el silencio y la fraternidad son aspectos inseparables del carisma carmelita. Si bien, Sor María Lourdes señala uno más: el carisma fundacional. Ya Santa Teresa se pasó la vida fundando comunidades, por eso este convento de Utrera acoge a otras monjas jóvenes, la mayoría de ellas africanas, para formarlas y que vuelvan luego a sus países a seguir fundando. “La primera fundación en África fue en Kenia, en el año 1956. Desde entonces se han creado 30 comunidades en aquel país africano. Ahora estamos preparando otra en Zimbagüe, que ya cuenta con once monjas”. Y aunque a algunos les cueste creerlo y sospechen de las vocaciones de estas jóvenes, en África “hay mucha piedad”, confiesa Sor Rosa María Nduku. No en vano, dos de sus hermanas también son monjas carmelitas y comparten su vida en el convento de Utrera.

La priora asegura que el proceso hasta llegar a las comunidades occidentales es largo. “Primero debes comunicarle a tu párroco que te sientes llamada y normalmente te recomienda discernirlo con alguna religiosa. Posteriormente, se realiza un proceso de acompañamiento y más tarde entramos en contacto con las comunidades de destino. Se trata de un largo proceso en el cual se confirma tu verdadera vocación. Por último, el Obispo avala la decisión y el traslado”.

Una comunidad viva, diversa, que reza por nuestra salvación y cocina para endulzarnos el alma.