Posverdad, la mentira infiltrada que no debería enturbiar la verdad
La posverdad es una mentira emotiva. La percolación de mentiras sin freno y los bulos siempre han existido. La diferencia actualmente radica en varias cuestiones: el papel de la redes sociales, la velocidad de difusión de una idea a través de Internet, la necesidad de ideas sustento de un sociedad relativizada y el papel de los sentimiento y emociones en las creencias individuales, sin base objetiva. Las personas envían noticias, sin corroborar hechos, enviadas por alguien que tampoco lo hizo a otras que considera podrían estar interesadas, grupos de amigos. Las realidades alternativas, de forma intencionada, son peligrosamente difundidas. Quienes pierden son la verdad y la ciudadanía.
Un hecho, dicho o suceso, alejado de ser una verdad pública se convierte en una cosa asumida de forma emocional, irracional, por grupos en los que una posverdad encaja en una forma arropada de sentimiento.
La posverdad, una forma de mentira, un bulo sin base ninguna, quizás una aseveración difamatoria, se impone a través de colectivos de emociones comunes que ven esa realidad manipulada como una verdad ansiada que encaja con su percepción de realidades que quizás no existan. La posverdad es un mal de este tiempo, donde la información se transmite sin filtro y en tiempo real, que nos aleja de los análisis rigurosos de la realidad concreta. Zygmunt Bauman fallecido al año pasado, es un pensador imprescindible para comprender la sociedad actual envuelta en redes sociales e Internet, y el papel del miedo líquido que convierte a una sociedad potencialmente feliz en una sociedad abrumada por las incertidumbres y los miedos. En materia ecológica es posible que también existan ejemplos de posverdad. La posverdad, una falsa verdad vendida e interesada, que no nos hace ni más libres ni más felices.
Hoy, como siempre, hay un mensaje imprescindible para el planeta y el mundo: el mensaje evangélico. Una verdad incuestionable, con efectos tanto individuales como colectivos. Frente a la posverdad, evangelicemos en la alegría, como nos pide el papa Francisco. El mensaje de Jesús, llevado realmente a la práctica, individual y colectiva, ayudaría a conseguir un mundo mejor, alejado de miedos, mezquindades y posverdades.
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