JUAN JOSÉ ASENJO, Arzobispo de Sevilla

JUAN JOSÉ ASENJO, Arzobispo de Sevilla

Antes de iniciar su período vacacional, el arzobispo de Sevilla ha concedido una entrevista al programa ‘El Espejo de Sevilla’, que dirige Marcelino Manzano y se emite los viernes, de una y media a dos de la tarde, en COPE Sevilla. Una entrevista en la que don Juan José desvela algunos aspectos más íntimos de su día a día, y vuelve su mirada a la infancia, a su periplo formativo en los seminarios, sus raíces castellanas, su afición por la música o su filial devoción mariana.

 

 

¿Cómo es el día a día del arzobispo de Sevilla?

Pues una vida muy sencilla sin grandes momentos. Una vida ordinaria y sencilla. Me suelo levantar a las seis, me pongo unas zapatillas cómodas y paseo durante cincuenta minutos por un circuito de cien metros que tengo aquí en la casa. Lo hago cincuenta veces, a razón de cien metros por minuto, y en cincuenta minutos recorro cinco kilómetros

 

¿Qué hace mientras tanto?

Rezo las oraciones de la mañana, rezo el rosario y oigo a Ernesto Sáenz de Buruaga, las noticas de la Cope. Después me voy a la ducha, voy a la Capilla, rezo un rato, tomo un frugal desayuno y me vengo con las visitas. Me paso todas las mañanas con visitas hasta las dos o dos y media. Como, me adormilo durante media hora más o menos y me voy a la capilla. Rezo otro rato y trabajo sobre todo correspondencia. Si tengo que salir, pues a eso de las siete o así, a los pueblos, a las parroquias, salgo y cumplo con mis obligaciones. Si no tengo que salir, sigo trabajando y digo la Misa por la mañana. Al final, tomo otra frugal cena –fruta- y después rezo un ratillo. Trabajo otro poquito y en torno a las once me acuesto. Como ves una vida muy sencilla y muy organizada.

 

¿Y el tiempo que le queda, a que lo dedica?

Pues, ¡es que no me queda tiempo!… No me queda tiempo. Yo no veo televisión, por ejemplo, ni veo nunca una película, apenas veo el teletexto para enterarme de las noticias que me puedan interesar. Alguna vez veo un partido de futbol, pero rara vez, porque no tengo tiempo. Tengo cosas más importe que hacer.

 

Se acerca el verano y pasará unos días de descanso en su tierra castellana, una vuelta a sus orígenes ¿Con qué recuerdo se queda de su infancia?

El  recuerdo más grande de mi infancia es el amor de mis padres,  el cariño que nos tenían y la educación espléndida. Dos personas muy sencillas que nos quisieron mucho y que nos educaron desde el amor y el temor de Dios. Siempre con mucho cariño, era un ambiente muy sano y muy familiar.

 

¿Y de su juventud? Su vocación fue temprana, ¿no?

Yo me fui al seminario dos días antes de cumplir once años. Tengo un recuerdo excelente del seminario menor a pesar de que pasábamos muchísimo frio, no había calefacción y, bueno, la comida no era abundante. Estoy hablando del año 56, todavía había coletazos de la guerra civil, eran tiempos duros, tiempos difíciles. Con todo, yo guardo un recuerdo excelente del seminario, tuve la suerte de tener unos superiores, unos formadores que nos querían entrañablemente, era un ambiente muy familiar, muy alegre, muy juvenil. Eso, tanto en el seminario menor como el seminario mayor, tal vez unas de las etapas más importantes, más alegre y de la que mejor recuerdo tengo de mi vida.

 

Suele asociar su regreso a Sigüenza con las visitas a la Virgen de la Salud ¿Qué le pide?

La Virgen de la Salud ha representado mucho en mi vida de niño, de seminarista, de sacerdote y de obispo. Todas las tardes en verano voy a la ermita a siete kilómetros y le pido por todo el mundo: por mi familia por supuesto, por mi pueblo pero sobre todo le pido por la diócesis que el Señor me tiene encomendada; por los sacerdotes, los seminaristas los consagrados y los laicos de Sevilla. Un detalle es que cuando yo era seminarista, desde muy pequeño en mi casa siempre hubo un caballo, un caballo negro. Pues cuando yo volvía de vacaciones mi padre me preparaba el caballo y yo me iba solo por el pinar a Barbatona  a visitar a la Virgen. La primera visita que yo hacía, antes de mis tías, mis tíos o mis abuelos, era a la Virgen. Si, a la Virgen, y la última visita antes de marcharme al seminario, cada mes de septiembre, era también a la Virgen en el caballo que había en mi casa.

 

¿Mantiene amistades de su infancia?

Sí, tengo muchos amigos de mi infancia que me quieren. Tengo amistades de muchos sitios,  pero sobre todo mis amigos de Sigüenza. Se han alegrado mucho de que yo sea obispo, y cuando llego a Sigüenza me rifan para que coma con ellos.

 

¿Con qué disfruta más cuando llega a Sigüenza?

Disfruto con el campo dando paseos. Los paseos y las reuniones familiares, pero, sobre todo, la tarde que me suelo ir al campo. Me gusta mucho la naturaleza, me gusta mucho la huerta y allí soy  feliz, me relajo y me olvido de todos los problemas.

 

¿Cuáles son sus aficiones?

Yo no tengo grandes aficiones, tal vez la lectura y la música. La música siempre ha sido algo muy presente en mi vida, la gran música, la música clásica. Durante muchos años yo tuve dos abonos para la Orquesta Nacional de España, tanto cuanto tocaba en el Teatro Real en la Plaza de la Opera, como después cuando se trasladó  al Auditorio Nacional de España en Príncipe de Vergara. He ido muchos años, muchos sábados por la tarde a conciertos, y sigo siendo un melómano en tono menor. A mí me relaja mucho la música, y hay momentos en los que la necesito.

 

Recomiéndeme un libro y una música para escuchar este verano

¿Libro para leer? Pues soy poco original, porque voy a recomendar el mismo libro que recomendó el Papa, el libro del cardenal Kasper: ‘La Misericordia’. Me parece un libro espléndido, del que tantas enseñanzas podemos tomar. ¿Música? Pues escucho música a compás del año litúrgico: en Cuaresma escucho Misereres, escucho pasiones, sobre todo La Pasión según San Mateo de Juan Sebastián Bach. En noviembre escucho la  Misa de Requien de Mozart, el Requien alemán de Brahms, el de Berlioz, el Requien de Verdi y, bueno, toda esa gran música a mi me impresiona y me fascina, me eleva el espíritu y me ayuda a ser mejor.

 

¿Un lugar para visitar estas vacaciones?

¡Hay tantos lugares en España! Tenemos un país muy hermoso y una Andalucía muy hermosa. Yo me refugiaría en una ermita muy pequeñita, no de mi tierra Guadalajara sino del corazón de la provincia de Soria, la ermita protorománica o mozárabe de San Baudelio de Berlanga, muy cerca de Berlanga del Duero. Recomendaría una ruta: Sigüenza, Atienza, Caltojar, un pueblo de Soria que tiene una iglesia románica impresionante. Es el ideal, la iglesia románica que uno se puede imaginar es esa. A continuación, San Baudelio de Berlanga, Berlanga del Duero y Burgo de Osma. Una ruta para dos días, bellísima.

 

No recuerdo haberle escuchado a qué se habría dedicado de no cruzarse en su camino la vocación.

Pues probablemente de no ser sacerdote habría sido profesor. Si, profesor de Historia, seguramente. Sí, también la historia me apasiona.

 

Si tuviera que poner un titular a lo que lleva de vida ¿Cuál sería?

Pues una vida impregnada por la gracia. La gracia de Dios, que es lo que en mi lema episcopal pongo, ‘Ex alto’, porque todo lo que soy se lo debo a lo alto, al Señor. Y todo lo que quiero ser, todo lo que quiero hacer lo tengo que hacer necesariamente con la ayuda de Dios. Pues una vida impregnada por la gracia, la gracia de Dios ha sido algo decisivo en mi vida.

 

¿Con que foto, con que instante se queda de su vida?

Son muchos, sí, pero hay uno fundamental y no tengo foto por desgracia. Mi familia era una familia humilde y entonces tampoco había cámara. El día de mi bautismo, que fue el día más importante de mi vida, el día en que yo fui engendrado como hijo de Dios, el día que recibí el don de la gracia santificante, la semilla de la vida divina en mi, templo de la Santísima Trinidad, templo del Espíritu Santo, miembro de Cristo y miembro de la Iglesia, ese fue el día más grande de mi vida.

 

¿Qué le han contado de ese día?

Mi familia estaba de luto, acababa de morir una tía mía y, bueno, me mandaron con una prima mía que tenía diez años y que hizo de madrina. Mi prima vive actualmente en Villareal de los Infantes, se casó con un médico. Estaban prácticamente ella y alguna persona más de mi familia. Luego he sabido que hizo de testigo el sacristán, por eso del luto. El luto… esas  cosas. Allí no hubo fotógrafos y ese día… A mí me hubiera gustado tener la fotografía de ese día.

 

Observo que suele acariciar su cruz pectoral mientras habla ¿Es la que le ha acompañado desde sus comienzos como obispo?

A lo mejor no es mismo, yo tengo mucho cariño a ese pectoral sobre todo desde que estoy en Sevilla, porque es un pectoral que me regaló un platero de Puente Genil. En el centro tiene una agua marina, y debajo un sepulcro con un huesecito de Santa Ángela  de la Cruz. Lo llevo con mucho cariño por Santa Ángela y por Sevilla. Tengo otros pectorales, muchos. Yo los dejaré en su día a las catedrales por las que he pasado: a Barbatona, a las Clarisas de Sigüenza que rezan tanto por mí, a la catedral de Sigüenza, a la catedral de Toledo a la catedral de Córdoba y a la de Sevilla. Pectorales y báculos, que tengo siete. Dejaré estos pectorales hermosos, no por su valor artístico sino porque para mí son importantes.

 

Sigue agarrado a la cruz…

¿Por qué tengo siempre la mano en cruz? Me agarro a la cruz y le pido al señor que me acompañe. La cruz que, por cierto, es una gran cruz en cuanto al tamaño pero no es una de esas que se conceden -Gran Cruz de Isabel la Católica…- No es esto una condecoración, es un signo de nuestro ministerio. A veces entreverado por la cruz, la cruz signo del sufrimiento que implica y exige el ministerio.

 

¿Quién se queda en el Arzobispado estos días en los que usted descansa?

Bueno pues don Teodoro, se quedaran nuestros colaboradores, ellos se van a apañar. Yo creo que entre el obispo auxiliar, el vicario general y el canciller secretario la casa no va a quedar desarbolada.

 

Seguirá, imagino, el día a día de la Archidiócesis.

Pues sí, sí. Está internet, el correo electrónico, el teléfono… Lo deseable es que nos dejemos en paz unos a otros, ellos a mí y yo a ellos, pero a veces hay situaciones que… Ahora mismo me acaban de llamar porque ha fallecido un sacerdote al que yo visité anteayer en la casa sacerdotal. Suceden cosas así.

 

¿Piensa ya en los retos del próximo curso pastoral?

Pues sí. Ya vamos pensando en cosas, hemos señalado los objetivos pastorales del próximo curso y tengo en el telar la carta pastoral donde se fijan esos objetivos, que escribiré ciertamente en Sigüenza. La mandaré para que la publiquen en el primer número de Iglesia de Sevilla.

 

Muchas gracias, don Juan José, por concedernos este tiempo de su apretada agenda, y le deseamos que aproveche de verdad estos días de descanso.

Gracias a vosotros.

 

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